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Dando la nota

de Redacción

Tras dar la campanada ante el anfitrión de esta edición de la Copa del Rey, el conjunto de José Luis Abós afronta su primera semifinal copera en sus once años de vida. Enfrente, estará un Madrid intratable en España y, más aún, ante el CAI Zaragoza. Y es que de los últimos siete partidos frente a los maños han ganado todos y ya saben lo que es eliminarles en semifinales, algo que sucedió el pasado año en los playoffs de Liga Endesa y en la penúltima Supercopa.

Además, en su contra también juega que en las tres últimas ediciones que el Madrid se ha presentado en la penúltima eliminatoria de Copa, ha conseguido el pase a la gran final. Pese a ello, la poca o nula presión de los zaragozanos puede hacer que de la sorpresa y, repetir de esta forma, la final y consiguiente victoria de hace 30 años del ya desaparecido Club Baloncesto Zaragoza.

El juego interior y Rude, claves

Volver a empezar, otra vez. Esta puede que sea la frase que pronunció este verano Jose Luis Abós, uno de los mejores técnicos de la Liga Endesa, quien tiene la difícil misión de reeditar los éxitos del año anterior en un equipo revolucionado. Hasta cinco jugadores nuevos llegaron a un CAI Zaragoza que perdía este verano a su jugador franquicia, Pablo Aguilar. Pero desde los despachos zaragozanos se apostó por una mezcla entre veteranía y juventud y el acierto fue total.

Dos georgianos llegarían: Sanikidze y Shermadini. Su misión no iba a ser otra que hacer olvidar a Aguilar y poner el juego interior como protagonista de la película aragonesa. Y así está sucediendo y sino que se lo pregunten a Unicaja que, quienes junto a Jones, hicieron de la zona su hábitat natural. No hay que olvidar, tampoco, el juego exterior, algo que ya ha advertido Laso. Rudez y Roll, que será duda hasta última hora, tampoco lo están haciendo mal en esta temporada.

La estrella: Shermadini

A sus 24 años de edad, el pívot georgiano del CAI es uno de los jugadores con más experiencia y mundo visitado de la plantilla de Abós. Sus 2'15 metros de altura le hacen temible bajo el aro, pasando de ser secundario en el Olympiakos o Maccabi, a ser plato principal en este nuevo CAI. Sus más de once puntos y cinco rebotes por partido - con grandes porcentajes - hacen del georgiano la auténtica estrella de este CAI.


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