Cristiano, el eterno insatisfecho
"Soy, por naturaleza, un insatisfecho", así se describió Cristiano Ronaldo a pocos días de partir para el Mundial Sudáfrica en 2010. Era su primera temporada de blanco, un año que había sido un fiasco. Más de un lustro ha pasado desde entonces, el portugués tiene el mundo del fútbol a sus pies, pero parece que para el delantero blanco no es suficiente, no se siente querido.
El luso lo ha ganado absolutamente todo a nivel de clubes y ha batido todos los récords. Suma 26 títulos colectivos y 24 individuales. Además, a lo largo de su trayectoria ha anotado 538 goles, 95 tripletes, 5 pókers y 2 repókers. Unos registros que le coronan entre los mejores futbolistas de la historia, que han llevado a la afición blanca al delirio, pero para él es poco.
Por sus líos con Hacienda algunos le tildan de ser un delincuente y esa acusación le harta. Cristiano tiene la sensación de que lo ha hecho todo bien en sus asuntos tributarios y que van a por él por ser quién es. Además, no está siendo su mejor año en lo deportivo. Se está criticando su falta de gol y los titulares de la prensa deportiva los copan la magia de Isco y los latigazos de Asensio. Cristiano quiere ser protagonista, y el gran estado de forma de los españoles le está relegando a un segundo plano.
Aunque su entorno deja caer que no es cuestión de dinero, para el luso el sueldo es una cuestión de status en el fútbol mundial. No le gusta cobrar menos que Leo Messi y Neymar. Además, los coqueteos con el jugador del Paris Saint-Germain en las últimas semanas no agradan al portugués. Se habla de la llegada del carioca como recambio del delantero nacido en Madeira, e incluso el vestuario blanco ve bien el fichaje. Cristiano es el líder del vestuario y sabe que le queda cuerda para rato. No necesita ningún sustituto.
No es la primera vez que, con más o menos sutileza, Cristiano muestra sus enfados. Está triste, no quiere renovar, o se quiere marchar. Hay que estar tranquilos, simplemente a Cristiano le gusta ser querido y admirado. Todo se arreglará cuando vea puerta, marque gol y el público coree su nombre. Cuando el luso sienta el calor de la afición olvidará todos los problemas, se sentirá satisfecho.