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Definitivamente, estas Navidades no serán blancas

de Diego Fuentes

"Sé que mañana me van a meter hostias, pero no voy a cambiar nunca" respondía Zidane ayer en rueda de prensa a un periodista que le interpeló sobre lo visto en el terreno de juego. Un día más, la autocrítica del técnico francés brilló por su ausencia. Sin echar la vista atrás y reconocer los errores, se anticipa utópica la llegada de un ansiado cambio.

No solo él. Marcelo compareció ante los medios en zona mixta y aseguró que "les tenían muy mal acostumbrados", una frase que caló en el aficionado y que el propio jugador posteriormente rectificó asegurando que iba hacia la prensa. En otras noches negras de la historia del Madrid, había sido Sergio Ramos el encargado de entonar el 'mea culpa' reiterando una y otra vez que "esto no volverá a pasar", en los tiempos de la famosa carencia de actitud.

Lo cierto es que la estrategia de 'echar balones fuera' se repite una y otra vez, y el aficionado se agota de que todo se achaque a la falta de fortuna. El mismo aficionado en el punto de mira desde los tiempos de Mourinho, el que además de desembolsar una importante suma para ver a los suyos, se le exige revelarse contra su voluntad y sustituir silbidos por vítores. Ayer, el respetable del Bernabéu mantuvo el tipo y se comportó de forma sobresaliente, a pesar del chaparrón que empezó a caer en forma de goles del Barcelona, con unos jugadores blancos que parecían estar más pendientes de sus venideras vacaciones que de lo que se fraguaba en el terreno de juego.


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