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El fútbol español tiene mucho que aprender de la Premier

de Diego Fuentes

Como el día y la noche. Nada que ver. Son polos opuestos. El balompié inglés por un lado, el español por otro, atolondrado y cegado por el oro. Mientras en Inglaterra, o incluso en Alemania, prima más la organización y las consultas periódicas para chequear a un balompié que goza de buena salud, en España solo preocupa el negocio del dinero. La Supercopa en Arabia, también LaLiga Promises que se está celebrando en Oriente Medio. Hasta con la ilusión de niños que sueñan con ser grandes mercadean. 

Pero Inglaterra es otro nivel, más allá del peregrinaje denunciable de algunos jeques como en los casos de City o Chelsea. Aún así, no les vale el paraíso. Sin ir más lejos, un club como el Leicester fue capaz de ganar una liga de videoconsola en 2016, impensable en nuestras fronteras más allá de los colosos. Hasta en el reparto de la tarta televisiva la diferencia es flagrante, con clubes modestos recibiendo cifras ingentes cuando aquí son hilarantes, lo que perpetua una brecha que se evidencia a la hora de que un jugador se decante por una u otra oferta. El mismo juego, pero tan diferente. Prueba del prestigio mundial que atesoran sus clubes, dos exmadridistas de relumbrón han enderezado sus carreras al calor de las islas: Mourinho y Ancelotti. No en el Liverpool, ni en el City o en el United, si no en Tottenham y Everton, respectivamente. Aquí sería impensable más allá de Real, Atlético o Barcelona. Pero mientras impere el negocio, unos pocos atiborrarán sus arcas. Menos pensar en China o Arabia y más cuidar lo local y sus aficionados.


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