El Madrid fue un beduino en el desierto con el VAR de por medio y Modric le devolvió su identidad
Servidor reflexionaba ayer y decía en voz alta: "La tormenta de arena ya pasó. 5-0 al Sevilla y todos listos. Mens sana in corpore sano. Ahora el Mundial y luego el Clásico. Comienza la travesía de los blancos".
Un Madrid con los mejores 45 minutos de la temporada, recuperaba a todos sus efectivos justo antes de comenzar su andadura en Abu Dhabi en busca de su quinto título en año natural. Nada más podía pedirle Zidane a un año repleto de éxitos y conquistas.
Empezó el partido ante el Al-Jazira con tiros y acabó con tiros. Hubo sangre, pero por suerte no hubo sangría. El Madrid tiene esa facilidad pasmosa para crecerse contra los grandes, pero también para ponerles altura a los 'otros'. Al final, lo resuelve todo, -casi- siempre en apuros y con el poder de haberte hecho creer que el rival fue gigante independientemente de donde y contra quién enfrente.
Se adelantó el Al Jazira para sorpresa de todos. Fue a la contra y después de que el Madrid demostrara su endeble contundencia atrás. Pudo ser 2-0 tras la reanudación, pero el amigo del VAR que tanto rechazo ha generado incomprensiblemente en el vestuario de los blancos, decretó que Boussoufa tuvo demasiada prisa por empujar un balón que nunca le tuvo que llegar.
El Madrid quiso remontar, olvidándose del concepto "grupo". No busco la pausa ni la elaboración. Acusó del centro lateral y del desborde por banda. Con un Isco que se ha convertido en humano y un Achraf que poco centra y nunca pasa.
Tuvo que ser Modric sin compañía de Kroos y con un fatigado Kovacic de escudero quien se convirtiera en héroe en la sombra. De no ser por la FIFA, nadie hablaría del partidazo del balcánico. El único que lo hizo todo bien, con calma y con criterio. Una lección magistral de dónde y cuándo pasar. Asistió a Cristiano en el 1-1 y sirvió a Benzema para que el poste le repitiera al francés que esta no es su función.
Bale en otra aparición esporádica hizo el gol que certificaba la remontada. Si sigue así...lo de el minuto NoventayRamos se convertirá en anécdota para contar los segundos entre que Bale pisa el césped y su gol repentino. Partido para olvidar en líneas generales. Un Madrid que fue un beduino en el desierto. Sin hoja de ruta ni plan B solo al servicio de un Luka Modric que le bastó por sí solo para convertir la tormenta de arena en un partido de esos que el Madrid siempre le gusta tensar la cuerda y que con el paso de los días todos olvidan.