.

La leyenda madridista que aún tiene algo que decir

de Diego Fuentes

Mito, leyenda, símbolo, icono...cualquier apelativo que se les ocurra, iría como anillo al dedo para describir lo que significa Iker Casillas en la historia del club del barrio de Concha Espina.

Perteneciendo al primer equipo desde 1999, todo comenzó en el año 2002, cuando César Sánchez tuvo que dejar su lugar de súbito al ahora guardameta del Porto en la final de la Copa de Europa, que a la postre engordaría el palmarés del equipo blanco suponiendo la novena conquista. Aquella noche, Casillas frenó las aspiraciones del Bayer 04 Leverkusen, irradiando al mundo del balompié un brillo inherente a su figura, impropio de un portero que apenas sumaba una veintena de años, en un escenario como Glasgow.

A partir de ahí, ríos de tinta fluían alegremente en las páginas que el guardameta mostoleño fue redactando sucesivamente en la historia del club de su vida. Paradas antológicas, estiradas inverosímiles (como a Del Moral, o a Perotti en 2009 en el Pizjuán) y una cantidad desorbitada de reconocimientos, títulos y copas hasta la embriaguez. Todo ello también trasladado a la selección nacional española, con la que levantó al cielo dos Eurocopas y un Mundial de forma consecutiva para acrecentar un historial irrefutable.

Pero todo cambió en Madrid un poco antes, allá por 2013, en la etapa final de Mourinho como técnico madridista. Aquella temporada (2012/2013), supuso un aciago calvario para el arquero, que vio como Adán tomaba su relevo de inicio en La Rosaleda (J.17) por el nivel tan sumamente irregular que había cosechado hasta entonces. Posteriormente y tras haber supuesto aquel suceso un punto de inflexión, recuperó la titularidad hasta que Arbeloa, fortuitamente, fracturó su mano izquierda en Mestalla, en la vuelta de los cuartos de final de Copa, lo que obligó al Madrid a firmar a otro portero de la casa como era Diego López. Culminó conquistando el corazón de Mourinho con actuaciones de mérito y relegó a Casillas al banquillo y a la disputa de una cifra considerablemente baja de minutos y de partidos, también en el primer año de Ancelotti, que eligió a Diego como su guardameta en la competición de la regularidad: la liga.

En 2015, Casillas embarcó su viaje al país vecino para incorporarse a las filas del Porto y rehuir así de una prensa española de la que aún quedaban escombros de su división entre Casillas y Mourinho. Buscó un oasis de paz en una Primeira Liga portuguesa con menores dosis de mediaticidad. Una paz que en la presente temporada se ha visto perturbada con Sergio Conceiçao a los mandos del vitoreado conjunto luso, que allá por el mes de octubre condenó de nuevo a los fantasmas de la suplencia a Casillas afirmando que "no se entrenaba con exigencia", viéndose ocupada su plaza en el once por José Sá.

La situación, unida al revuelo causado, extrapolable al de su etapa en el Madrid de Mourinho, ha acelerado, tal y como informó Bernabéu Digital el pasado 27 de marzo, el flirteo con Jürgen Klopp y su Liverpool, que quiere poner fin el próximo verano al devaneo constante bajo sus palos perpetuado por las figuras de Simon Mignolet y Loris Karius, porteros de cuestionable nivel para una entidad como la del condado de Merseyside.

Dicho movimiento constataría que el portero de 36 años aún tiene algo que decir. Desembarcaría en la Premier League, una de las mejores ligas del mundo (si no la mejor) para ser titular y conmemorar una carrera plagada de éxitos...y de momentos exasperantes.

PINCHA AQUÍ PARA LEER LA EXCLUSIVA


Otras noticias
PUBBLICITÀ