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La reacción en Chipre debe de suponer un punto de inflexión

de Pascual Claramonte

Volvió la Champions League y con ella las sonrisas en el Real Madrid. Es, sin duda, su competición. Victoria contundente en Nicosia y clasificación certificada. El conjunto blanco sigue con su pleno histórico ya que no conoce la eliminación en ninguna de las fases de grupos disputadas en este torneo. Algunos dirán que el rival acompañaba o que no era complicado mejorar las últimas actuaciones. Puede que sea posible, pero ayer saltó al campo un equipo diferente al de Montilivi o Wembley.

Muchos jugadores repetían presencia, pero no actitud. En este factor estuvo la clave. Los blancos sabían que no podían permitirse otro tropiezo. La entrega del equipo no estuvo en duda en ningún momento. De menos a más en el primer tiempo hasta que llegaron los goles. El Madrid se desató y la exhibición ya era inevitable. Benzema y Cristiano necesitaban una noche así para ganar en confianza. Zidane, en su línea habitual, aseguraba en la rueda de prensa previa al encuentro que los goles ya llegarían, era algo que no le preocupaba en exceso.

Justo mañana quedará un mes para el Clásico. Cuatros jornadas de liga para llegar a lo que será una auténtica final en el mes de diciembre por seguir vivos en la Liga. Además hay que recordar que el Barcelona disputará un encuentro más antes de visitar el Santiago Bernabéu, puesto que el Leganés-Real Madrid queda aplazado por la disputa del Mundial de Clubes.

El equipo tiene la obligación de reaccionar y presionar durante este mes, y más si cabe teniendo en cuenta el Valencia-Barcelona de este fin de semana. La victoria frente al APOEL tiene que notarse en lo anímico. La Liga no puede estar sentenciada en navidades, y evitarlo están en la mano del vigente Campeón de Europa.


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