La sombra de Robben es alargada
Gareth Bale vuelve a sufrir una nueva lesión. La 18º desde que llegó en 2013 al Madrid. Cuando parecía que el galés empezaba a despegar, el dichoso sóleo vuelve a cortarle las alas. La patata empieza a quemarle las manos al Madrid, que teme en lo más profundo de su materia gris un nuevo caso Robben. Un excelente jugador que tuvo que dejar el club, maltratado por las lesiones y la falta de continuidad.
Aunque en un principio, el zurdo viajó a Gales con un tirón en el tendón de la corva, por lo que fue baja ante el Espanyol por precaución, varios medios galeses publicaron ayer una nueva lesión del extremo: microrrotura en el sóleo. Su talón de Aquiles. Sin embargo, el oscurantismo y el halo de misterio por parte del club sobre el verdadero estado del jugador es lo más preocupante. El Madrid se ha pasado toda la semana jugando al ratón y al gato al ser cuestionado por el diagnóstico del ex del Tottenham, y no ha sido hasta el día de hoy, cuando, de forma oficial ha revelado el verdadero estado de su jugador. Edema sin rotura en el sóleo. Ya no se habla de la “microrrotura” que diagnosticaron ayer los galenos galeses. El club parece seguir una estrategia de comunicación esquiva con el exterior con el objetivo de proteger a Gareth, muy martirizado por su continua mala suerte con los infortunios físicos y el sambenito de “jugador de cristal”. Por si no tenía poco con su rendimiento, el cual parecía en aumento, vuelve a la camilla, el mayor lastre para la continuidad y la regularidad, claves en un futbolista. Más para Bale, un jugador que basa su fútbol mayoritariamente en su poderío físico, algo imposible de mantener con lesiones.
El club también desea protegerlo de la afición, por más surrealista que parezca. La paciencia se agota y los 100 millones parecen cada vez más difíciles de recuperar. El fútbol es presente, actualidad, y la renta del gol de Bartra y el de la final de la Champions se agotan. Las prestaciones de Bale como futbolista son indudables, pero el Madrid le bloquea mentalmente, lo que puede aumentar su estado de estrés y propiciar la aparición de lesiones. Como le pasó a Illarra o al propio Robben, el escenario puede absorberte. No es un tipo de sangre caliente y le resultará duro darle la vuelta a la tostada. Esta nueva lesión, que ascenderá a 72 los partidos de baja, es la gota que colma el vaso y tanto jugador como club deben sentarse a reflexionar si es mejor un divorcio de mutuo acuerdo por el bien mutuo.