La UEFA puede tener la última palabra
El F.C. Barcelona ha dado un golpe de efecto en el día de hoy al culminar la contratación de Antoine Griezmann. Tras un verano más tranquilo de lo habitual en 'Can Barça' donde hasta ahora solo se había anunciado a Neto en estas fechas (De Jong y Emerson se cerraron durante la temporada) los azulgrana han decidido poner punto y final al culebrón del francés...aunque puede que el Atlético lo reabra tras asegurar que tomará medidas al entender que el traspaso debe cerrarse en 200 millones y no en 120 dadas las negociaciones entre el ariete y el club barcelonés desde antes del 1 de julio.
Luego de completar el fichaje, la rimbombante calidad de la parcela ofensiva de los culés con Messi, Suárez, Griezmann, Coutinho y Dembélé ha llevado a comparar en algunos casos la política de adquisiciones con la del Real Madrid, quien ha depositado alrededor de 300 millones en cinco fichajes donde a priori solo Hazard será titular de inmediato. Con la larga hilera de jugadores que ya han empezado a liderar la operación salida del club blanco y los que aún quedan, el cuadro madridista no deberá tener problemas a la hora de cumplir con el Fair-Play Financiero. Sin embargo, en Barcelona puede jugar una mala pasada.
Hace ya tiempo que con el trasvase en la directiva blaugrana se apostó por fastuosos fichajes dejando de lado a una cantera sagrada en los años anteriores. El Barça se instauró en las nuevas políticas que rigen un mercado inflacionista y no ha tenido problemas a la hora de desembolsar grandes picos económicos por determinados jugadores, como son los casos de Coutinho, Dembélé o ahora el propio Griezmann. Actualmente el capítulo de bajas de la entidad que preside Bartomeu asciende a 106,4 millones de euros. Sin embargo, la cifra de contrataciones puede seguir creciendo si cierran un lateral izquierdo, si fructifica el recurso del Atlético y les obliga a abonar 80 millones más y sobre todo si se cierra el regreso de Neymar. Todos estos condicionantes pueden alterar las cuentas que exige el Fair-Play Financiero de la UEFA, fijado en una diferencia no más de 100 millones de euros entre fichajes y ventas. El Madrid no se ha dejado llevar por la euforia y aún puede completar algún reclutamiento de gran calado, mientras, el Barcelona todavía puede tener problemas por su política de dispendio.