.

Los sabios del Bernabéu se rebelaron: la verdadera afición rompió su largo silencio e hizo justicia

de Nicolás Rein

Ayer en el partido del Real Madrid se vivió un episodio extraño pero muy elocuente, de los que ocurren solo en el Bernabéu y que hablan muy bien de la afición blanca. Antes del partido, como de costumbre, la megafonía del estadio recitó la alineación del equipo de Zidane: el locutor presenta a cada futbolista y la grada grita su nombre. Por ejemplo: "Con el 7... Cristiano". Y la grada responde: "¡Ronaldo!". Ocurrió así con todos los jugadores excepto dos: Karim Benzema, que fue tímidamente pitado, y Danilo, al que se le propinó una sonora pitada. Si el locutor dijo su nombre, que lo dudo, nadie lo oyó. Diría que se calló ante el juicio sumarísimo que hizo el respetable de Chamartín.

¿Cuántos pitaron a Danilo? Es incierto. Solo hay dos cosas que podemos afirmar: los pitos se oyen más que los aplausos y si preguntásemos a los aficionados que estaban el domingo en el campo, cada uno -y me incluyo- podría contar con los dedos de la mano cuántos a su alrededor emitieron tan molesto sonido. Por supuesto que eran minoría, pero en el Bernabéu siempre son menos los que pitan. La imagen no sale bien parada, pero la realidad del aficionado es otra. Y la voy a intentar explicar.

A riesgo de simplificar un paisaje más complejo, debo decir que en el Bernabéu la gran masa silenciosa de gente, especialmente los abonados, tienen una manera de ver el fútbol muy particular: son radicalmente amantes de la justicia. Y no soportan a los enfurecidos animales que insultan, pitan y cuestionan todo lo que pasa en el campo a cada minuto. Son clara minoría, pero no son pocos. Y a esa gran masa de -debo decirlo- sabios madridistas, que conocen la historia de este club mejor que muchos periodistas, les pareció soberanamente injusto el trato que esa minoría dio a Danilo. Por eso, y no porque admiren su juego, se arrancaron a aplaudir cada vez que el brasileño entraba en contacto con el balón. Y le ovacionaron en las dos o tres jugadas en las que logró acciones exitosas. Finalmente se vio al lateral más tranquilo que de costumbre, arropado por su grada y con confianza para hacer un partido sobrio.

Lo sabían los sabios del Bernabéu: silenciosos observadores que solo levantan la voz cuando consideran que se está cometiendo una justicia tremenda. Danilo lucha como ninguno y era menester agradecérselo, más aun en un momento tan difícil. Son los mismos que aplaudieron al 'Pirata' Granero por sus servicios prestados. Es una pena que la imagen del estadio sea de 'piperos' gritando, insultando, sin animar y que tienen poca, o ninguna, idea de fútbol. A los que amamos al Real Madrid siempre nos quedará la dulce sensación de mirar a nuestro lado y ver cómo el señor que lleva ahí toda la vida se emociona con una carrera de Lucas Vázquez y sonríe diciendo: "Qué bueno es este chico".

 


Otras noticias
PUBBLICITÀ