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Real Madrid y Europa, una historia de amor que dura décadas

de Pablo Hijas Gómez

Tras una temporada de altibajos, el Paris Saint-Germain llegaba a Madrid para darle la puntilla a los blancos. El equipo parisino, el de los millones, el de Neymar, el de Mbappé, el que pasa por encima de sus rivales, el niño rico del fútbol mundial, se presentaba en el Santiago Bernabéu para destronar al dueño y señor del fútbol europeo, pero como afirmo Zidane: “Este club tiene doce Champions y es por algo”.

El galo está en lo cierto, cuando suena el himno de la Champions League, los madridistas nos transformamos. Es nuestra competición fetiche. Un enamoramiento que comenzó en 1955 y que nos ha dejado momentos inolvidables, incluidos 12 éxtasis que jamás olvidaremos. Anoche, una velada romántica más, una nueva noche inolvidable. El destino hizo que el Madrid se encontrase con sus chica favorita el día de los enamorados. Los blancos no llevaban rosas o bombones, sino garra y goles.

Zidane, el de la flor, el que sólo se lleva bien con los jugadores y que no tiene ni íde de táctica, dio un baño en la pizarraa Unai Mery. Mientras los parisinos lucían sus tridente de ensueño, (Mbappé-Cavani-Neymar), el galo mostró personalidad y renunció a la BBC para apostar por Isco con el objetivo de adueñarse del balón. Con el partido estabilizado, aunque con idas y venidas de ambos equipos, Zidane buscó la sorpresa y la victoria. Esto es la guerra, y Lucas Vázquez y Asensio eran los último cartuchos en la batalla del técnico madridista. Con ellos, el Madrid abrió el campo, se adueño de las bandas, ganó velocidad y trabajo.

Asensio revolucionó un partido equilibrado. Por su banda y sus botas nacieron los goles de la remontada. El mallorquín, que muchos piden su titularidad, demostró que es el as en la manga de Zidane en los partidos importantes. El técnico blanco sabe que merece ser titular, pero es el efecto microondas que calienta los partidos.

De sus botas nacieron los goles de Cristiano y Marcelo. El brasileño canaliza el juego ofensivo de su equipo, si está enchufado, el Madrid arrasa en ataque, y ayer fue así. De Cristiano que decir, nos quedamos sin apelativos, una centena de goles en Champions. El futbolista total volvió a cerrar la boca los que critican que no aparece en los grandes partidos, y demostró que los blancos no necesitan ninguna nueva estrella, el crack está en casa y lleva el 7.

Además, por primera vez en todo el año, no hubo desconexiones. El Real Madrid jugó enchufado durante todo el partido. Victoria de prestigio, ante un rival que no importa cuántas superestrellas compre, que no importa cuántos cientos de millones de dólares gaste, no tiene corazón para ganar esta competición. Neymar lo sabe, ni el club ni el técnico están a la altura de su calidad, y vio en su rival la gloria que no alcanzará en París.

Queda la vuelta, será dura, pero el Real Madrid demostró que en Europa está muy vivo. Demostró que cinco minutos de pasión son suficientes para conseguir la victoria. Demostró que por esa chica llamada Champions, la llama del amor sigue muy viva.


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