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Un transatlántico, sin rumbo ni cañón, herido en altamar

de Pipe Olcina

Me decía Roberto Palomar, redactor jefe del periódico Marca, al comienzo de esta semana. "No es falta de motivación, pero sí hay una cierta falta de tensión" y con eso añadía que el propio grupo de jugadores sabía que tarde o temprano el gol llegaría, el resultado sería el habitual y a seguir hacia adelante con la cabeza bien arriba. El plan no es malo, uno debe conocer sus propias cualidades, debe quererse como el que más a uno mismo sin rozar los cimientos del narcisismo, pero en la vida siempre conviene ser cautos y precavidos.

El Madrid pasó del horror al gol en apenas 12 segundos. Del primer palo del Girona al primer tanto de la tarde, pasaron tres palabras y un bostezo bajo el sol de Montilivi. "Made in Real Madrid" decía el resultado al descanso. Sin apenas esfuerzo, poco acierto y algo de descontrol. se marchaba a vestuarios con el sabor del trabajo bien hecho. ¿Lo siguiente? Obra de Asensio, Lucas y cía. Aprovechar los espacios y rematar un partido visto para sentencia.

Pero ésta vez no fue así. La película no tenía a Ramos esperando al final y el guión había cambiado de director, actor principal y casi de escenario. El Girona sobrevivía de sus sensaciones. El Madrid perdia vida por la realidad. El marcador le cegó de un partido del que nunca fue claro dominador. Una medular colapsada, una delantera desaparecida y una defensa perdida invitaron al Montilivi a creer en la remontada y vaya si lo hicieron. Diez minutos sirvieron a los de Girona para obrar el milagro.

No hubo remontada, ni acecho de. Casi sin remates, sin plan y con mucha ansiedad. El Madrid no murió en la orilla, lo hizo en altamar, sin rumbo ni cañón. Toca remar y con fuerza. A ocho puntos y ésta vez sí con buena tripulación lidera el Barcelona. El Madrid siempre se levanta. Si necesitaba motivación o tensión ya lo tiene todo para arrancar la épica. ¡Qué comience la función!


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