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Y en París se hizo la luz, hay vida más allá de los titularísimos

de Javier Rubiano

Los de Zinedine Zidane volvieron a dar un golpe sobre la mesa en el Parque de los Príncipes y demostraron de nuevo que Europa es territorio madridista. Lo hicieron con un once plagado de novedades, y es que el técnico francés no quiso arriesgar con Kroos y Modric, que llegaban recién recuperados tras perderse los últimos cinco partidos, y volvió a dejar en el banquillo a un Gareth Bale que parece sentenciado en el Real Madrid.

Sin embargo, los sustitutos no desentonaron en París, al contrario. Kovacic estuvo imperial en el centro del campo, anulando a Verratti y Rabiot junto con Casemiro, y cubriendo a las mil maravillas la banda izquierda cuando Marcelo perdía la posición. Por su parte, Asensio volvió a brillar en un gran escenario, como ya hiciera con anterioridad en Munich, en el Camp Nou, o en toda una final de Champions con gol incluido. Marco volvió loco una y otra vez a un Dani Alves que, seguro, tuvo pesadillas esa noche con el balear. Pero Asensio no solo fue determinante con el balón, sino que realizó además un trabajo defensivo impecable (suya es la recuperación en el gol de Cristiano). Lo mismo se puede decir de Lucas Vázquez, seguramente el mejor jugador del partido y el que más reforzado salió del choque contra el PSG. El gallego asistió a Cristiano en el 0-1, y recuperó el balón en la jugada que dio inicio al tanto de Casemiro. Zidane demostró con la alineación que no se casa con nadie (Bale) y que la meritocracia se ha instalado definitivamente en el Real Madrid, y los chavales le dieron la razón: nadie es insustituible, hay vida más allá de los titulares.


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