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Ni Melero López pudo con la superioridad aérea madridista: la crónica del Real Madrid 4-0 Celta

de Diego Rivero Mosqueda
Vinicius, Real Madrid

El inicio del Real Madrid fue muy lento, con el claro interés en amasar el balón para hacer replegar a un Celta que salió muy defensivo y en bloque bajo. Eso no hizo que los blancos fueron reacios a atacar de forma vertical y con una velocidad mucho más alta que frente al RB Leipzig, pues Eduardo Camavinga probó suerte desde la frontal, aunque Vicente Guaita atrapó sin muchas dificultades. A ello le siguió Rodrygo Goes, que con una jugada por banda derecha llegó a línea de fondo, pero no llegó a realizar el pase a ningún compañero. De hecho, el propio centrocampista francés cabeceó a la salida de un córner un gran centro en el que tuvo que emplearse a fondo el portero rival.

DOMINIO APABULLANTE DE INICIO

Con síntomas de mejoría frente a lo que se vio en el último partido de Champions League, el Real Madrid utilizó la verticalidad de Brahim Díaz y Vinicius Jr para desbordar por zonas interiores y la banda izquierda. Además, el recurso de de Fede Valverde como interior adelantado no salió del todo mal, pese a que su organización y pulmones se perdieron en esa posición. El resultado fue una presión adelantada muy bien realizada y un buen uso de los laterales. Y llegó el gol, obra de Vinicius. En un córner sacado por Modric, Antonio Rüdiger remató de cabeza, aunque Guaita respondió con mucha seguridad, pero permitió el rechace que aprovechó el brasileño, aunque el portero celtiña volvió a despejar una segunda vez. Ya en la tercera, el extremo pudo remachar y sumar el primero en el electrónico.

Con el 1-0 nada cambió por parte del Real Madrid, y es que el dominio apabullante que mostró de inicio se trasladó a los siguientes minutos, mientras que las transiciones ofensivas del Celta fueron lo único peligroso que pudieron mostrar. Todas ellas frenadas por la arbolada defensiva de los madridistas, que se sintieron muy seguros. Más allá de ello, fue Rodrygo quien tuvo el mayor peligro al pisar el área rival. Primero, con una conducción que no pudo finalizar y, segundo, con un disparo que repelió Guaita. Otro fue Camavinga, que quería sacar a bailar a Carlo Ancelotti, y tuvo dos ocasiones más, pero no pudo convertirlas a gol. Y así se llegó al descanso, con una superioridad palpable del conjunto blanco.

MISMO GUION TRAS EL PASO POR VESTUARIOS

El Real Madrid no cambió el guion de la primera mitad nada más salir de vestuarios. El Celta salió con una intensidad más alta, pero el control de balón siguió siendo blanco, así como el mayor peligro. Vinicius volvió a ser el protagonista y no tanto por lo deportivo: en una gran jugada individual, dos adversarios le agarraron, y tras Melero López pitar la falta correspondiente, el brasileño empujó a Óscar Mingueza, lo que le valió la tarjeta amarilla correspondiente. Un acto completamente innecesario, y que pudo marcar mucho hasta final de partido. De hecho, ante un encuentro deplorable de los celtiñas, Rafa Benítez introdujo un doble cambio para intentar cambiar la dinámica.

El segundo tanto del Real Madrid se antojaba cercano en esta primera media hora de juego, y estuvo en las botas de Rodrygo, que falló estrepitosamente de nuevo. Un contrataque muy bien llevado por Valverde y el brasileño terminó en las manos de Guaita, que despejó sin mayores complicaciones. 

SIN DINAMITA ARRIBA

El único pero que tuvo el Real Madrid fue la toma de decisionse en parcela ofensiva, pues se vio a un equipo sin ideas en tres cuartos. Brahim fue uno de los mayores exponentes, ya que se acercó con peligro a zona rival, pero no pudo definir correctamente dos veces. El otro, Rodrygo, se marchó sustituido en el minuto 73 para dar entrada a Joselu Mato, con un claro indicativo de que Ancelotti quería anotar el segundo tanto cuanto antes. De hecho, el delantero tuvo la primera ocasión a la salida de un córner, pero su cabezazo se marchó alto.

Y llegó el gol, como no, por alto. Los saques de esquina dieron vida al Real Madrid, y esta vez con Rüdiger como protagonista. Otra vez con Modric al saque, el alemán remató a placer por arriba, y, con ayuda del travesaño y la la espalda de Guaita, el balón se fue para dentro. Con este 2-0 y la tranquilidad de conseguir la victoria, ni siquiera el arbitraje demencial que sufrieron los madridistas fue suficiente para parar las acometidas blancas. Y todavía hubo tiempo para anotar un tercer tanto, esta vez en propia puerta, obra de Manu Sánchez. Ya sentenciado, Arda Güler entró al campo con la mejor noticia posible: un auténtico golazo, y que redondeó el partidazo que cosecharon los blancos.


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