A lomos de Sami
Carletto es un tipo de 'conceptos'. Se vio desde el principio de la temporada, cuando andaba preocupadillo porque sus chicos no entendían aún los suyos. Al míster le gusta manejarse y expresarse así: conceptualmente. Ahora se ha aficionado a la 'energía mental' y, cuando perdemos un partido, es porque nos ha faltado mucho de eso. O sea, últimamente jugamos tarareando fado portugués. Hace unos meses, el concepto fetiche carlettiano por excelencia era el 'equilibrio'. Normalmente, si wineábamos era porque habíamos tenido mucho equilibrio; si no, porque no lo habíamos tenido. En otras palabras, el centro del campo del Madrí había estado de adorno.
En su incansable búsqueda del equilibrio perdido, Carlo encontró en Khedira su inspiración. Mientras muchos cuestionaban (y cuestionan) la titularidad de Sami en el Real Madrid, Ancelotti no se cansaba de repetir en rueda de prensa que el papel del alemán era el de aportar equilibrio al centro del campo de su equipo. Y así era. El Madrid de Carletto arrancó con Khedira como un fijo, con Modric de compañero de andanzas y sin Xabi Alonso (que se incorporó varias jornadas después). Volvió Xabi y donde cabían dos, cabían tres. Pese a que los admiradores del 'buen fútbol' pusieran el grito en el cielo ante tamaño sacrilegio futbolístico, es de suponer que la medular blanca habría sido cosa de Khedira-Alonso-Modric de no haber caído en combate Sami en un trascendentalérrimo amistoso de su selección colocado en el calendario por el enemigo. Ejem.
Pero cayó, y a Carlo le tocó reorganizar el centro del campo. Como es un tipo listo, supo apostar por Di María, que además estaba a punto de complicarse la vida con su amenaza de pataleta porque Bale le estaba adelantando por la derecha. Y así quedó el Madrid en ausencia del bueno de Sami. Ahora, a falta de dos partidos para que concluya una Liga que perdimos en Sevilla, Khedira está listo para volver a competir. Su incuestionable profesionalidad ha dado sus frutos y está de vuelta antes de lo previsto: justo a tiempo para la cita más importante en muchos años. La finalísima de Champions; el último paso para que podamos empezar a dar el coñazo con la 'Undécima'. Una final, eso sí, que no podrá disfrutar una de las piedras angulares del Real Madrid del Segundo Florentinato.
Y es que el Madrid de Carletto empezó sin Xabi esta temporada y terminará sin él. De igual forma que, esperemos, empezó con Khedira y terminará con él. Ante la sensible baja de Alonso de cara al 24 de mayo, es vital que Ancelotti confíe la titularidad (o minutos suficientes) al alemán esta tarde y el próximo domingo. De tratarse de otro jugador, una hipotética presencia en la final de Champions tras tantos meses fuera de competición quedaría prácticamente descartada. Pero hablamos del 'pulmón' del Real Madrid, un todoterreno tremendamente disciplinado, fuerte, sacrificado y con más experiencia en partidos de alta exigencia que cualquiera de las otras opciones con las que cuenta Ancelotti para la gran cita.
No han sido pocos los madridistas y los plumillas, generalmente borjivaleristas y santicazorlistas, que se han dedicado a ningunear a Sami Khedira desde su llegada al Real Madrid. 'Paquete', 'tronco', 'caballo percherón'… Incluso alguno llegó a soltar que le faltaba el arado para terminar de parecer un animal de tiro. Ríos biliares aparte, cabe la posibilidad de que el Madrid emprenda el camino a Lisboa para conquistar su 'Décima' a lomos del kherido corcel. Los 180 minutos que cerrarán la competición doméstica serán la prueba de fuego para un Sami Khedira que se ha machacado para llegar a tope al tramo final.
Illarramendi es, presumiblemente, quien acompañará a Modric en la medular en caso de que Khedira demuestre estar muy lejos de su nivel. Sin embargo, la falta de experiencia del centrocampista vasco y su forma demasiado blandita de encarar los partidos invitan a imaginar a los Diego Costa y a los Raúl García relamiéndose ante el panorama. Illarra necesita mostrar mucho más carácter y más coraje de los que despliega en el campo. Menos probable es la opción de Casemiro, que (inexplicablemente) ha contado muy poco este curso. Y menos apropiado aún sería alinear a Isco. Primero, porque el Atlético de Madrid tardaría 10 minutos en apoderarse del centro del campo; segundo, porque el Madrid se quedaría con Morata como único revulsivo. Cosa malísima en una final, la de no tener soluciones en el banquillo. Veremos.