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¿A quién criticarán ahora?

de Alejandro López

El fútbol, único lugar donde una dictadura no es sinónimo de hecatatombe. Único lugar donde las críticas o mejor dicho, los análisis sobreactuados llegan para los que ganan en misma, o mayor, medida que para los que pierden. Los complejos son vitales en este deporte, pero ¿y si no existen? ¿y si no hay motivos para criticar y solo queda que aplaudir y analizar con levedad los detalles en muchos casos insignificantes?.

El Madrid, allá por los años del comienzo de la crisis, era como un señor obeso con un talento inmenso ahogado por ese sebo que le hacía flaquear sus rodillas cuando el momento pedía velocidad y ritmo. Este talle llegó a su máxima expresión en la Avenida de las Retamas. Tras ese ictus llegó directo desde Il Duomo la operación de estómago más feroz, agresiva, sana y vital que pudo vivir este cuerpo. Tres años de pura rehabilitación que hicieron de un monstruo, un jóven esbelto que volvía a estar en la misma forma que en sus años mozos. Un adulto en el cuerpo de un leviatán. Pero alguien tuvo que llegar para domar esa vitalidad que acabó por gripar al más grande de los entes y hacerlo aún más grande.

Es ahora cuando ese ser mitológico ha sido domesticado, a la par que la plebe que le alienta batalla tras batalla, séquito que empieza a entender que es un semidios y no un dios eso que admiran. Pero, aquí viene el problema, ¿de qué van a vivir todos aquellos serpentinos que se dedicaban a lanzar bilis cuando ese impagable lord era vulnerable? Ahora no hay casis, el Madrid es un Sí. Cierto es que no están en el momento más delicado de la temporada, pero ¿por qué no puede hacer historia este ser? Siempre se espera desde la verdadera yihad nacionalista la derrota del que dio alegría a esto pero, ¿y si no cae?.

Todos esperarán su desequilibrio, que seguro que llegará, pero hasta ese momento solo queda que admirar esa máquina perfecta que ha logrado ensamblar el mejor escultor del momento, que perfiló el trabajo sucio que hizo otro, más el mérito no es menor, sino mayor. Compren sus entradas, enciendan la tele o conecten la radio, lo bueno de esto es que esa manera de luchar se puede palpar no solo por los ojos. Los vellos se erizan como nunca antes al ver a todo su vulgo remando a la par, salvo excepciones absurdas que muestran la falta de la parte más compleja y dominante de su cerebro, donde se halla la lógica. 


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