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Bufandas al viento

de Richard Dees

"No te preocupes, el sábado os daremos una alegría"

   "Eso sí que haría que levantase la cabeza"

(Diálogo entre Manolete y Jordi Martí. El Larguero, 18 de mayo)

Partamos de la base de que, en el mundo del periodismo, en el mundo en general, la objetividad es imposible, no existe. Y en el universo del deporte mejor ni hablamos. Subjetivos somos todos y, mal que bien, vamos trampeando para que no se nos note demasiado. Aunque hay otra alternativa: confesar desde el principio y que nadie se pueda llamar a engaño. Si al inicio de una conversación política uno de los participantes proclama ser marxista-leninista pensamiento Mao Zedong, sus interlocutores tendrán suficiente información como para filtrar sus opiniones y, en un momento dado, poner de relieve posibles contradicciones.

El problema radica en aquellos que, teniendo una ideología o sintiendo un amor por unos colores determinados, lo niegan de forma contumaz y se nos presentan como adalides de la neutralidad, de la pureza angelical. Para ellos, al menos sobre el papel, la mejor alternativa es la negación de la realidad, de SU realidad, pensando que, de esta manera se colocan en una posición de superioridad moral frente a los que, despectivamente, llaman bufanderos.

Sin embargo, esto sólo funciona bien en la teoría, en un medio aséptico y controlado. La práctica profesional es muy puñetera, el subconsciente lo es más, y resulta muy difícil, por no decir imposible, evitar que te traicione. Es bien conocida la anécdota de Carlos Martínez, narrador de los partidos de fútbol en Canal Plus, a quien, en un momento de tensión suya y victoria del Real Madrid en el Camp Nou, se le escapó la reveladora frase "se nos escapa la Liga".

Luego están aquellos que, por presión social, complejo de (inexistente) culpa, intereses económicos o política de empresa, sintiendo afinidad por un equipo de fútbol lo niegan una y mil veces y, además, se colocan al frente de la manifestación de los más fervientes detractores. Hace unos cuantos años, tuve la oportunidad de mantener una breve conversación con Alfredo Relaño, director del diario AS, a quien expuse la teoría que llevo manteniendo desde hace décadas: la mayoría de los periodistas de deportes que trabajan en Madrid se muestran obsequiosos con el Barça y muy críticos con el Real Madrid, entre otros motivos, por miedo a ser tachados de fachas nostálgicos de la dictadura. La respuesta de Relaño fue clara: sí. No sé si ahora mantendría públicamente esa opinión.

Por último, quiero mencionar a aquellos que sostienen una concepción marxista, pero en la línea grouchiana, del periodismo. Todo es relativo, todo depende, y según las circunstancias cambio de principios y me pongo o quito la bufanda dependiendo de mis intereses o de un interés superior: la Selección Española de Fútbol. En este caso, portar la bufanda de lo que ahora llaman la Roja, otro eufemismo con raíces políticas para no tener que decir España, no sólo no es un desdoro, un menoscabo de la objetividad profesional, sino algo a lo que hay que entregarse con fervor. ¿Que ello se contradice con lo predicado el resto del año? Bueno, la coherencia nunca ha sido la mejor virtud del periodismo patrio y, además, ya se sabe que cuentan con la frágil memoria de los ciudadanos.

PS: Estos días están surgiendo ciudadanos periodistas amantes del Atlético de Madrid hasta de debajo de las piedras. Algunos ya lo proclamaban ufanos desde siempre; otros revelan sus inclinaciones en tiempos de bonanza. Tomad nota de unos y otros para cuando vuelvan a la carga con la cantinela de la objetividad. Y recordad que el Mundial de Brasil está a la vuelta de la esquina…


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