Cuidado con la euforia, castillistas
A decir verdad, pensaba que este día nunca llegaría o, al menos, que tardaría algo más en hacerlo. Sin embargo, aquí estoy ante el ordenador, con la sonrisa que me produce ver triunfar a la cantera cada fin de semana. Los pupilos de Zidane volvieron a encontrarse con la victoria dos jornadas después. Un solitario gol de Medrán desde los once metros dio la victoria a los blancos frente a un líder algo desenchufado.
Los castillistas llegaban a Laserresa con la necesidad de hacerse con los tres puntos y dar una alegría a una afición que cada domingo se marcha del Di Stéfano con el mal sabor de boca de la derrota. De hecho, ha tenido que ser fuera de casa, y frente al primer clasificado, cuando los blancos han vuelto a saber lo que es ganar.
Resulta irónico, cuanto menos, hacer noticia las victorias del filial madridista, pero esta parece ser la tónica habitual de esta temporada. Visitar Valdebebas ha dejado de ser un problema y, ni mucho menos, asusta a los rivales. Tras el júbilo que supone conseguir los tres puntos, hay una realidad que debería preocupar. En igualdad de condiciones, la victoria parece imposible de alcanzar.
Los blancos continúan siendo claros dominadores de todas las facetas del juego. Miman el balón y superan a sus rivales a base de posesión, pero los goles siguen sin llegar. Y esto es lo realmente importante. Porque los partidos no se ganan por juego bonito y a veces ni si quiera es suficiente con marcar goles. Fue ante nueve jugadores y con un penalti a favor la forma en la que los blancos se hicieron con el partido. Justas, a mi juicio, todas las sanciones, el hecho es que en circunstancias normales el Castilla es incapaz de poner el marcador a su favor.
Pero como decía un viejo amigo, el éxito en la vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas. Confiemos en que este será el punto de inflexión para que los chicos de Zidane inicien su andadura por el camino de la victoria.