Dejen en paz a Odegaard
Martin Odegaard es considerado una de las mayores promesas del fútbol mundial. Los mejores clubes de Europa mantuvieron una dura lucha durante meses por hacerse con sus servicios. Al final fue el Real Madrid el que se llevó el gato al agua y convenció al jugador y a su padre. En cualquier otro país, la prensa alabaría este fichaje y respetaría a un joven de tan solo 16 años. Sin embargo, el hecho de que firmara por el club blanco ha provocado que parte de los periodistas patrios sacudan día sí y día también al imberbe noruego.
La contaminación es tal que algunos inconscientes aficionados pitaron al bueno de Odegaard en su último partido en Valdebebas. Los artículos teledirigidos habían logrado su propósito de intoxicar a parte de los madridistas que acuden regularmente al Di Stéfano a ver los encuentros del Castilla. Lástima que la promesa nórdica solo sea un daño colateral más de la guerra que mantienen ciertos medios de comunicación con Florentino Pérez. El objetivo siempre es el presidente, al igual que pasó antaño con Mourinho o en la actualidad con Bale y James. El deseo de poder influir en el mejor club del mundo es lo que se esconde en el fondo de ciertas informaciones y columnas de opinión.
Intereses bastardos que emponzoñan al madridismo hasta teñir su blanco que no empaña de un color putrefacto. Es aquí donde debe primar la inteligencia de la afición para no dejarse influenciar por la prostitución intelectual de los expertos manipuladores y vendedores de humo. Algunos intentan dar rienda suelta a su maloliente bilis escondidos bajo el paraguas de 'prensa madridista'. Descripción tan imprecisa como irreal, pero el problema siempre será de aquellos que compran sus baratas ideas.
Los madridistas deben mimar a Odegaard. Un joven que aún está adaptándose a un país diferente, a un nuevo club y a una categoría tan difícil como es la Segunda B. Con paciencia, el chaval sabrá recompensar con creces la fuerte apuesta que ha realizado el Real Madrid. No hay prisa, lo bueno se hace esperar. Y un humilde consejo: desconfíen de aquellos que atacan a un menor que aún está en pleno proceso de formación. Ahora, por el bien del Real Madrid y del jugador, dejen en paz a Odegaard.