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El Madrid atiende las plegarias

de Diego Fuentes

Un nuevo Madrid comenzó a bordarse con la visita del Granada al Bernabéu. Un 5 de octubre y con un anodino parón de por medio, los blancos recibían a un Granada revelación dispuesto a catapultarse a la cabeza de LaLiga. Borrón mediante con un traspié raquítico en Son Moix, muchos plantan la bandera del nuevo Real Madrid en la visita a Turquía, cuando en un partido similar al de ayer, acumularon un sinfín de ocasiones para obtener el escaso corsario que supone vencer por 0 a 1. Sea como fuere y aislando la visita a la isla en la que comparecieron muchos de los teóricos suplentes, el Madrid sembró una renovada semilla en el césped del Bernabéu. Varios de los recientes mecanismos comenzaron a eclosionar con los nazaríes de Erasmus por Madrid, quienes comenzaron a sufrir la nueva versión de Hazard y la incipiente explosión de Fede Valverde.

Sin la inspiración y el nuevo papel de ambos no podría entenderse el sistema circulatorio del Real Madrid, que irriga fútbol por todas las vertientes del terreno de juego. Algunas de las claves radican en un Courtois crecido que en cuanto dejó de acaparar focos, cesó su rubor y comenzó a ser el bedel garante de puntos debajo de la portería. Salvo algún que otro apagón como en el 2-1 de los galos, la defensa ha aumentado en prestaciones, con los laterales como corcheas más destacadas: Carvajal, especialmente fino, ha inhalado oxígeno, y ni que decir tiene Marcelo, perro viejo que en noches de enjundia sabe como gestionar el debe y el haber.

El Madrid encadenó cinco partidos imbatido, pero ya en el ocaso de septiembre acumuló tres, donde se vio a un equipo más preocupado por atrincherarse y resguardar su muralla que por derribar la contraria. Paulatinamente, el rigor defensivo fue adquiriendo sentido con una mayor cascada de fútbol ofensivo, y todo ello gracias al centro del campo. La sala de máquinas vive un momento excelso, con Casemiro como hombre áncora. Pobre de aquel que se atreva a deberle dinero. Escuda a dos interiores solidarios que se multiplican: Kroos ha saltado varias pértigas, y su rendimiento lo atestigua al antojarse fundamental cuando el Madrid vuelca el fútbol por el sector izquierdo. Se atreve más que nunca cuando llega al balcón del área, y ello junto a su esfuerzo sin balón vuelven a encumbrarle como un centrocampista total en el mejor momento posible. El novel Fede sigue quemando etapas, y como el que va en ascensor, ya ha escalado varios pisos a golpe de trabajo. A sus 21 años aporta consistencia y clarividencia como interior derecho y más que la competencia de Modric, es la sortija idónea para el dedo de Zidane en tanto en cuanto sirve además como el aerosol del croata. Especialmente llamativa fue la presión tras pérdida del Real Madrid ayer, recuperando la pelota cuando pillaba a los parisinos en la gestación de la jugada. Al tiempo que sorprendía a su rival desajustado y sin vestir, se ahorraba metros en la transición y podía llegar de cara, con mayor nitidez y en emboscada sobre la portería del viejo amigo Keylor

Arriba la sociedad Hazard-Benzema está cada vez más engrasada. Mientras que el francés continúa en la dinámica de pico, pala y gol desde la misiva de adiós de Cristiano, el belga, cada vez más fino, es capaz de encontrar los espacios hasta en una madriguera. El último puesto, de múltiples alternativas alimenta una competencia sana que por el momento no enfrenta sino que cohesiona al grupo, lo que en teoría debería suceder en todo club de fútbol. Las desavenencias han dado paso a un trabajo particular que favorece al conjunto, y especialmente llamativo fue el papel de Isco, que tuvo dos goles. Mientras, Bale, quien se repartió la enemistad del respetable con Neymar, estuvo a punto de dar en el blanco en el descuento. Si va a jugar así, que le piten hasta el último día. Más allá del resultado, del Bernabéu brota balompié de quilates, y esto es lo que pide la gente cuando habla del Madrid: que lo intente. Y si no gana, es fútbol, pero que nadie esconda nada


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