.

El mago renueva su chistera

de David Dieguez

El Madrid de Zidane demostró en Pamplona que reúne todas las cualidades que ostentan los equipos campeones. Los blancos supieron reponerse del varapalo copero a base de goles y solidaridad en el trabajo. Todos corrieron, presionaron, atacaron y defendieron, pero uno de los mayores baluartes del triunfo fue el mago de Arroyo de la Miel, Isco Alarcón.

El malagueño volvió a mostrar su mejor versión en una fecha clave para el destino final de la competición doméstica, la de la regularidad. El Madrid salió de nuevo con cuatro centrocampistas distribuidos en rombo con él en la mediapunta, su zona de desempeño natural y de la que debe partir. Es donde más cómodo está Alarcón, justo por detrás de los dos puntas, con capacidad para dar el último pase, ejecutar regates claves y al mismo tiempo participar en la elaboración del juego ofensivo. 

Desde su llegada a Chamartín en 2013, Isco ha sufrido cantidad de altibajos, diferentes estatus en el equipo y siempre bajo una sensación general de que le era complicado asentarse en un once titular. Pero lo cierto es que si continúa al presente nivel, será muy complicado que Zidane opte por sentarle en el banquillo. Como ya dijo el mismo francés, es el jugador con quien más se identifica, es esa clase de talento diferente que sabe cómo se levanta al público del Bernabéu de sus asientos. Cayó de pie en el feudo blanco, la afición le adora y eso es el mejor aliado para cualquier miembro de una plantilla. Isco es muy importante a estas alturas de temporada en el Real Madrid. Su influencia en el juego de posesión es tremenda y dentro del 4-4-2 es el enganche perfecto en la transición del medio a la delantera.

A un mago no se le suelen agotar los trucos, y Alarcón está renovando una chistera que parecía terminada a comienzos de temporada. Isco está de vuelta y Luis Enrique también se frota las manos de cara al verano.


Otras noticias
PUBBLICITÀ