Higuaín y el Mundial de Karim
¿Recordáis aquella ‘lejana’ batalla entre Higuainistas y Benzemistas? Qué tiempos:
- "No, pues es que el ‘Pipita’ le pone mucho más corazón y cuando era pequeño ya era del Madrid, que he visto yo el vídeo en que lo dice. ‘Benzemalo’ no tiene sangre en las venas, y no vale con ser buen jugador para jugar aquí".
-"A ver, que Karim es mejor jugador de lo que ‘Igualín’ será en la vida. Desprende más clase en un solo pase que el otro en cuatro vidas de fútbol. Y ya si hablamos del rendimiento en Champions… ridículo".
Tamaña pereza de disputa entre madridistas, acordaos bien. Un debate que alcanzaba su máxima expresión en Twitter, ya mítico escenario cibernético de fuego cruzado. No era posible por aquel entonces defender un buen partido de Higuaín sin recibir los ataques de algún benzemista enfurecido, y tampoco podías elogiar el juego de Benzema sin que todo higuainista reivindicara el 'maltrato' del club a Gonzalo por ser "un fichaje de Calderón".
Y así andábamos por la central, día tras día. Yo, lo confieso, empecé en esta guerra (en la que nunca quise entrar) siendo todavía muy de Higuaín. Del primer Higuaín; del que metía poquitos goles, pero importantes; del que lo luchaba todo y hablaba poco; de aquel pibe delgadito y de extraño pelo cuya camiseta alzó una vez el gran Van Nistelrooy. Incluso tuve un hámster, que en paz descanse, llamado 'Pipita'. Sí, sí.
No es mi intención analizar, año a año, la rivalidad deportiva entre Higuaín y Benzema, que daría para rato. Hay tres realidades que, desde un punto de vista neutral y pese al especial cariño que profesé al 'Pipa', son difícilmente discutibles. La primera, que de los dos delanteros que tenía el Real Madrid, uno se mostró siempre más cómodo que otro 'jugando para' el futbolista franquicia del nuevo proyecto. Quizás por una cuestión de posición táctica o quizás por un tema de ambición personal, lo ignoro.
En segundo lugar, que de los dos delanteros que tenía el Real Madrid, uno ofreció siempre una versión sublime de sí mismo en Europa; otro quedó tristemente retratado por su incapacidad para hacer goles en Champions y por un fallo terrible en un momento extremadamente inoportuno. Y la tercera y crucial, de los dos delanteros que tenía el Real Madrid, uno pidió abandonar el club que le había visto crecer y otro eligió quedarse y hacer la temporada de su vida.
Que nadie me entienda mal. Valoro futbolísticamente a Gonzalo Higuaín, un goleador inteligente y luchador como ningún otro. Pero sospecho que, como yo, higuainistas y exhiguainistas, valoran (o valoraban) por encima de todo su 'madridismo'. Un madridismo que está en entredicho en estos últimos días tras los potentes rumores que lo vinculan con el nuevo Barça de Luis Enrique y, sobre todo, por la frialdad con que el propio jugador reconoce que sería "un placer jugar con Messi en el Barcelona".
Hay que ver lo peligroso que es esto de emplear el madridismómetro para elegir entre un jugador y otro, he pensado muchas veces. Qué fácil es equivocarse y qué fácil es llevarse el chasco del siglo con el que fue tu 'protegido'. Seguro que muchos madridistas siguen dándole vueltas a esas frías declaraciones, buscando el matiz que les revele que no, que es imposible que Higuaín olvide los siete años que vivió de blanco y se una al eterno rival sin pensar en quienes aún lo quieren vestido de azul celeste, pero que nunca podrán quererlo de azulgrana. Escocerá, y mucho, si Higuaín se marcha al Barcelona. Para muchos, alta traición. Y posiblemente lo sea, ya que fue él mismo quien quiso dejar el Madrí. Si eso sucede, habrá que pasar la revisión del madridismómetro, porque estará claro que no funciona del todo bien.
¿La parte positiva? Puede que así quienes aún siguen criticando a Benzema y pitándole a las primeras de cambio (intuyo que higuainistas traumatizados) empiecen a valorar más lo que tienen en casa, y no lo que se marchó por la puerta de atrás. No está de más tener presente el deseo declarado de quien sí está de quedarse aquí para largo. No está de más recordar los últimos años de un Karim mucho más maduro y centrado, cuyo techo está aún por descubrir. No está de más hablar sobre su última temporada, absolutamente intachable, y no está de más poner sobre la mesa su arranque en este Mundial, su Mundial. Sin duda, lo mejor de Benzema está todavía por venir. Y será de blanco.