Homenaje a Cruyff, pero del Madrid
"Queremos al Madrid", rezaba la portada del Sport antes de los emparejamientos en el sorteo de los cuartos de la Champions League. "El clásico es otro título", decían el día antes del partido, enfatizando el otro y dando por hecho que al Madrid le caerían cinco. O “cuatro para que sea capicúa”, como dijo Toni Freixa días antes del Barça-Madrid. "Messi marcará el gol 500 contra el Madrid", aseguraba el Mundo Deportivo y el propio F.C Barcelona, que tenía preparada hasta la camiseta. Antoni Bassas, del equipo directivo del periódico catalán Ara, comentaba que en el partido jugarían “un equipo de fútbol contra un álbum de cromos". La ringlera de menosprecios empapelaba paulatinamente el vestuario del Real Madrid, en un decorado altanero que avivaba una bestia aparentemente adormecida y rotundamente minusvalorada. Zidane, sabedor del resultado de la ida y de la necesidad de enorgullecimiento de un madridismo magullado, diseñó una táctica que recordó a los planteamientos de Mourinho en el Camp Nou, con Casemiro -¿os acordáis la crítica que suscitó que Mourinho lo fichara?- abanderando la solidez defensiva ante una MSN desaparecida, en gran parte, por el excelente trabajo de Carvajal y Marcelo. Pese al gol de Piqué, el espíritu de Cruyff desapareció con el cambio de Rakitic por Arda y fue honrado por un Zidane que, lejos de amedrentarse, empató el partido, sacó a Jesé, adelantó al equipo con uno menos para remontarlo con el gol 16º en los clásicos de Cristiano Ronaldo y volvió a sacar a Lucas Vázquez cuando el cuerpo pedía a Nacho para atar el partido. Un 1-2 que pudo ser un 1-3 si el linier no hubiera anulado un gol escandalosamente legal a Gareth Bale, uno de los mejores jugadores del partido. Cura de humildad para el Barça y un chorro de autoestima para los que verdaderamente honraron a Cruyff con carácter, goles y juego, sin reventar minutos de silencio sino instalando la afonía en el campo del máximo rival con una victoria más que necesaria, porque como tuiteaba Jesé después del partido, "se habla siempre en el campo. Y punto".