¿Adiós al tercer título del Real Madrid?
Han sido jornadas tan rocambolescas que lo que parecía imposible, casi sucede. Lionel Messi ha estado a un paso de abandonar el F.C. Barcelona, y del mismo modo en que el argentino ya se precipitaba por el acantilado, ha anunciado que continuará otra temporada para poner fin a un sainete de sobremesa de diez días. En un tira y afloja entre Bartomeu, el jugador, su padre y LaLiga, cada uno movido por sus evidentes pretensiones, el Manchester City esperaba sacar una tajada histórica, pero Pep Guardiola se quedará con la miel en los labios y por el momento no dirigirá a su debilidad. Le dolerá menos sabiendo que está en el Barça de su corazón, comandado por una Junta que es escopeta de feria y que tuerce el gesto hasta del culé más acérrimo. Quizá esa sea la excusa perfecta para hacer del palco el blanco perfecto y esconder tras la cristalera del Camp Nou todos los trapos sucios. El presidente se ha ganado la fama de ser la diana del vestuario y del barcelonismo, pero no todos están en condición de tirar los dardos.
Sea como fuere, Ronald Koeman tenía la papeleta garantizada desde el punto y hora en que estampó su firma. Si Messi se iba, el entrenador debía liderar una reestructuración profunda con tiempo y dinero exiguo a partes iguales, y con la más traumática transición que la entidad afrontaba en su historia. Si el '10' permanecía, como así será, el neerlandés tendría que cargar con el peso de una estrella a disgusto, que solo seguirá pernoctando en Despí temporalmente y que puede que no deje rédito económico alguno al terminar contrato en 2021. Ganar el juego del tiempo puede ser el peor enemigo del escuadrón azulgrana, porque la victoria en este pulso caprichoso solo supone una huida hacia adelante y alargar el tiempo de una remodelación necesaria que ahora va a tardar un curso más en llegar. Mientras, la jauría de presidentes que esperan su turno explotarán la baza de la pesadumbre de 'La Pulga' para ganar votos. Una partida de ajedrez de puros intereses en la que, para muchos, el Real Madrid se quedará sin su particular triplete, porque el adiós del crack era un seísmo en la Ciudad Condal de magnitud sin precedentes. Más allá de la simbología, yo no lo tengo tan claro.