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Cristiano, mi niño interior sigue llorando tu adiós

de Jorge Cascón
Cristiano Ronaldo, Real Madrid

Todavía continúa en mi memoria aquella noche del 26 de mayo de 2018 en el Olímpico de Kiev. El Real Madrid acababa de ganar su Decimotercera Champions, pero el ambiente ya era raro. El hecho de haber ganado tres seguidas hizo que levantar Copas de Europa se convirtiera en un trámite. Casi que se perdió un poco esa chispa de las anteriores. Pero lo que verdaderamente empañó la celebración -tanto al instante, como en la posterior ya en Madrid- fue aquella frase. Aquella maldita frase. "Fue bonito estar aquí". Cristiano Ronaldo nos rompió el corazón a todos los madridistas, especialmente a los jóvenes que habíamos crecido con sus goles y que soñábamos desde su llegada a Madrid ser algún día él.

El recuerdo de ir a clase con las Nike Dalmata, aquellas botas que Cristiano lució en 2010. Imitar sus gestos al salir a jugar al patio, el mejor momento del día. El cuello levantado como con la camiseta dorada del Real Madrid en 2012. Jugar en la PSP al PES 2013. Recuerdos que difícilmente van a borrarse de mi memoria, esa misma que impide que recuerde con nitidez aquellas veces que he visto en directo al que muchos consideran -para mi está indiscutiblemente en el debate- el mejor jugador de la historia. Una losa que deberé llevar conmigo por siempre. Aún así, nadie podrá quitarme el hecho de poder decir: "Yo he visto jugar a Cristiano Ronaldo en el antiguo Santiago Bernabéu".

Será una de las cosas con las que aburriré a mis nietos. A mí me habría gustado tener abuelos que me dieran la tabarra con Alfredo Di Stéfano o Paco Gento, y para mis descendientes será así. Les pediré que pongan goles del que un día fue un ídolo para tantos y tantos aficionados al fútbol, con la lágrima y el espíritu de un niño que nunca olvidará a su gran referente. 


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