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El adiós de una zurda de oro que se quedó por el camino

de Alejandro Cascón Guerra

Cuando se despide un buen jugador de un equipo es un buen sabor que se le queda al aficicionado, que le podrá recordar en un futuro. "¿Te acuerdas de  ese jugador? Qué delicia era verle". En esta frase, que cualquier fan de un equipo puede repetir cuando pasan los años desde su despedida hay una verdad y una mentira. La verdad es que James Rodríguez –nuevo jugador del Everton– era una delicia cuando sacaba a pasear su zurda por el campo; la mentira es que dentro de unos cuantos años pocos podrán recordarle.

El colombiano llegó después del mundial del 2014 en Brasil. Aquel verano el mundo entero centró sus ojos en el país suramericano, con el objetivo de ver a sus selecciones, y dentro de ellas los buenos jugadores. Y James era uno de ellos. En el Móncano ya había avisado de lo que era capaz, porque demostró que estaba para jugar en un grande. El Madrid lo sabía y estaba ya centrado en observarle. La competición sirvió para relanzar al jugador a nivel mundial, y Florentino, que le gusta mucho traer buenos jugadores, pagó 80 millones de euros por él. 

La primera temporada fue todo un éxito. Marketing, ventas de camisetas y buena imagen del equipo en América Latina. James se hizo con el centro del campo con un entrenador que lo fio todo a él, y que en un futuro le ha acabado por perjudicar: Carlo Ancelotti. El italiano, campeón de la décima Copa de Europa y de la Copa del Rey el año anterior, se quedaba otra campaña más para intentar lograr la Liga. Los primeros meses fueron buenos y el Madrid era imparable, pero llegó el encuentro que mató para siempre el juego de Ancelotti. En diciembre, en plena Navidad, el Madrid afrontó un bolo contra el Milan. Y le salió muy caro. Los italianos derrotaron al Madrid por 4-2, con un baño que asustó a muchos madridistas. Lo peor era la imagen de impotencia de los jugadores, de desidia, de cansancio. Carletto fundió a muchos jugadores porque apenas hizo rotaciones. Kroos, James, Cristiano, Keylor lo habían jugado durante 3 meses. 

El resto es historia. El equipo perdió el liderato rápido en el mes de enero, y la Champions contra la Juventus de Morata. Ahí también terminaban los mejores minutos de James con la camiseta blanca. El año siguiente llegó Benítez y después Zidane. No fueron malos números, pero ya no era el mismo. Por no decir en su última temporada antes de la aventura del Bayern de Múnich, donde coincidió con su maestro Ancelotti. 

En su retorno al término de la cesión, justo hace un año, nadie pensaba que el cafetero iba a quedarse en Chamartín. Un servidor sí, porque para lo que había en el banquillo del equipo James era un jugador ideal, y que iba a tener minutos. Era como una segunda oportunidad en el equipo, además merecida, porque en Alemania destacó, sobre todo en su primera campaña. Debo decir que acerté con que se quedara, pero me equivoqué en cuanto a nivel. Sencillamente la relación Zidane-James estaba más que rota. Culpa también del francés, porque cuando se le antoja que algún futbolista no le gusta le pone la cruz y no vuelve con el equipo. Es verdad que tuvo James alguna oportunidad y que tampoco lo aprovechó, porque el jugador daba la sensación de que no estaba en forma. Siempre quedaba la intriga de qué pasaría si el jugador trabajara más, aguantara más sobre el terreno. Nos quedaremos con la duda. 

Finalmente, el suramericano se marcha a Liverpool para jugar con el Eveton. Allí le espera su entrenador, listo para darle la confianza que ningún otro jugador le ha dado. Habrá que preguntarse por qué. Lo que sí se espera, al menos el que escribe lo piensa, es que veremos un James que participará en el equipo. Tendrá que poner todo de él para demostrarlo, pero un jugador de esas características debe funcionar para impresionar al espectador. Por el bien del fútbol, James que volver a ser el que fue en la 14/15 y en ese mundial de Brasil. Capacidad tiene, otra cosa es que se centre y quiera. 


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