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El Barça se viste de Rolling Stones, pero en Montjuic sonarán Los Beatles

de Sergio Hervás
Jude Bellingham, Real Madrid

Restan apenas ocho días para que el esférico comience a rodar en el nuevo estadio del FC Barcelona y el primer clásico de la temporada tenga lugar en la Ciudad Condal. En ese preciso instante, cuando el colegiado haga sonar su silbato, quedarán atrás los escándalos de corrupción que han salpicado la imagen de la entidad azulgrana y la "polémica" madridista por la reducción de sanción a Nacho tras su dura entrada a Portu. Durante 90 minutos, el mundo del fútbol se paralizará para disfrutar del mayor espectáculo de este deporte y tan solo 22 protagonistas, además de los cambios que vayan realizándose, tendrán el placer de vivirlo desde dentro. 

A priori, por resultados, sensaciones de juego y posición en la tabla, el Real Madrid llega a este choque de trascendencia global como principal favorito. Sin embargo, todo amante al fútbol es consciente de que este tipo de partidos, al igual que las finales, no entiende de dinámicas ni favoritismos. Todos los privilegiados que vayan a disputar este encuentro tienen calidad y condiciones de sobra para marcar la diferencia y determinar el partido de un lado o de otro, pero estos partidos poco tienen que ver con todos esos factores. Un clásico se juega con el corazón; con la responsabilidad de tomar consciencia de que estás representando a millones de personas que sienten esa camiseta y ese escudo como suyo; con el sentimiento de unos colores a los que honrar y enorgullecer con una victoria en una de las citas más importantes de la temporada; y, sobre todo, con una ilusión indescriptible e inigualable, la ilusión de poder hacer historia con el club de tus sueños. 

JUDE BELLINGHAM TIENE UNA CITA CON LA HISTORIA

En mitad de este contexto absolutamente propicio para que disfrutemos de un auténtico partidazo, emerge la figura de un chaval que disputará su primer Madrid - Barça en competición oficial. Desde su aterrizaje por Chamartín, Jude Bellingham no ha dejado de enamorar y sorprender a los madridistas. El inglés ha devuelto una ilusión que parecía perdida tras la salida de Cristiano Ronaldo a la parroquia merengue, que parece haber encontrado al heredero de 'Zizou' en el nuevo gran ídolo del madridismo. 

En su día, una leyenda blanca como Raúl González Blanco logró imponer un silencio sepulcral en un Camp Nou lleno hasta la bandera después de marcar un golazo marca de la casa; posteriormente, el mejor futbolista de la historia del Real Madrid calmó a todo el feudo culé, tras un auténtico golazo que culminaba una de las mayores exhibiciones que se recuerdan en los enfrentamientos entre culés y madridistas, y que haría los honores a la consecución de 'La Liga de los Récords', con un gesto que, sin duda, ha pasado a la historia de los clásicos. Ahora, imaginen por un momento que el próximo 28 de noviembre al genio inglés le da por frotar la lámpara, sacarse uno de sus trucos de la chistera y volver a ver puerta, como ya viene siendo costumbre, ante el FC Barcelona. Imaginen, imaginen la estampa; imaginen a un niño de 20 años abierto de brazos ante un estadio que observa impotente la consagración de alguien que ha venido a reinar este deporte; imaginen a miles y miles de aficionados merengues, desde sus casas e incluso alguno desde el estadio, imitando la legendaria celebración de Bellingham; imaginen cómo los futbolistas del Barça, con el logo de los Rolling Stones en sus camisetas, comienzan a escuchar una sintonía, el 'Hey Jude' de los Beatles que ya empieza a ser habitual en cada estadio que visita el astro británico; imaginen, en definitiva, cómo el mundo del fútbol se rendiría de una vez por todas ante el mejor futbolista de la próxima década. 


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