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El Real Madrid entrega LaLiga en bandeja de plata

de Diego Fuentes

Volvió a estrellarse y de nuevo lo hizo sin escudo. Ni las bajas ni el arbitraje sirven de parapeto para un Real Madrid atolondrado y sin brújula. Los blancos hicieron ademán de despegue alzando la cabeza en Vitoria, pero el radar de Valdebebas volvió a perder la pista del Boeing merengue. Este Madrid, dibujado en boceto, se atora cuando parte de su vieja guardia refleja su inapetencia, o bien cuando al fondo de armario le tiemblan las canillas cuando les toca bailar bajo el foco.

Hoy, otra vez, quedó cristalino que si algo le falta a este equipo es un armario nuevo. Militao dejó en calzoncillos a los suyos con el envite en ciernes, volviendo a justificar las críticas de las últimas semanas. A pesar de que Kroos tiró de periscopio y citó a un certero Asensio con Aitor, la factura era de menú dominguero. El Levante, que supo interpretar el panorama, no se amilanó ni le pudieron los nervios a pesar de verse con un soldado más y por debajo. A la media hora, Morales dejó en evidencia a un Odriozola que no hizo de escolta y ajustició. Dos de los defensas a examen y colocados por causa de fuerza mayor suspendieron con estrépito.

Los derroteros no cambiaron tras el repostaje. Bettoni introdujo a Vinícius buscando un efecto desatascador, pero el carioca sigue estrellándose con su propia sombra cuando intenta transformar su empeño en verso suelto. Entró sustituyendo a Hazard, que entre lesiones y días grises sigue sin ser el que lleve los estribos. Pobre de aquel que viese en el belga al nuevo Cristiano. Ni tan siquiera que Courtois negara el 1-2 a Roger desde el punto fatídico sirvió de punto de inflexión en el partido. El espigado guardameta ganó la batalla psicológica al ariete granota y con una mano rotunda cortó la hemorragia y ganó tiempo, pero el torniquete duró un cuarto de hora. Fue lo que tardó el Real en desangrarse cuando el punta de Torrente se resarció, mandando a guardar una acción de tiralineas que demuestra que ya nadie respeta deportivamente a un Madrid varado.

Para más inri, la garra y el espíritu heroico que han acompañado históricamente a los blancos fue un fantasma que, otra vez, no apareció por el verde. Hoy, el frente de ataque lo terminaron compartiendo Vinícius, Arribas y Mariano, que ingresó un día más en la recta final para salvar otro sainete inevitable. Con la Supercopa de España y la Copa del Rey tachadas, los de Zidane sacan la bandera blanca en LaLiga y con todavía media temporada por jugarse, parece que solo un sendero inmaculado en Champions puede rescatar un año prematuro de sinsabores. 


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