Hagan hueco a Antonio Blanco
En las últimas horas ha emergido con fuerza el rumor de la salida de Dani Ceballos del Real Madrid. El Real Betis sería su inminente destino de cara a encontrar las oportunidades de las cuales no puede gozar en el Santiago Bernabéu. Su salida será beneficiosa para liberar un hueco en una posición en la que se encuentra el canterano Antonio Blanco. El capitán del Castilla, también mediocampista, tiene a un competidor menos por unos minutos que están muy caros con Ancelotti a los mandos.
El joven de 21 años ha perdido fuelle con respecto a lo que se veía la pasada temporada, cuando encarriló varios encuentros en los que jugó, además, a un alto nivel. Pero la realidad demuestra que en el Real Madrid la exigencia es máxima, y el cordobés se ve en la obligación de esforzarse más que nunca para poder jugar con el primer equipo. Ahora lo tiene complicado, pero sin Ceballos en el equipo se le facilitan en cierto sentido las cosas. El utrerano está cerca de recuperarse de una lesión duradera que le azotó en julio, por lo que quién sabe si ya sano puede llegar a tener unos pocos minutos que, aunque fuesen escasos, vendrían muy bien a un Antonio Blanco que está llamado a ser uno de los candidatos a sustituto de Casemiro.
Blanco busca su sitio como Ceballos, y de ellos dos depende de si quieren hacerlo como Martin Odegaard o como Fede Valverde. Futbolistas con decisiones dispares y que demostraron la ingenuidad de uno -el noruego, y la sabia y humilde paciencia de otro -el uruguayo. Si bien es cierto que hay poco hueco para los centrocampistas por la cantidad de efectivos de nivel con los que cuenta el Real Madrid, uno nunca sabe las vueltas que puede dar la vida y las oportunidades que pueden llegar en los momentos más insospechados. Blanco está teniendo paciencia, pero ya hay equipos de primera como el Getafe que llaman a una puerta que difícilmente está cerrada a cal y canto cuando los minutos con los que cuentas son anecdóticos. Quizá habría que dar más votos de confianza, por un lado, y dar un golpe encima de la mesa (o del terreno de juego), por otro.