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Isco debe encontrarse a sí mismo cuanto antes

de David Dieguez

Isco Alarcón vive acutalmente el que probablemente sea su momento más bajo desde que viste la camiseta del Real Madrid. Pocas oportunidades como titular, una presencia pobre en el juego cuando sí las tiene y una versión tremendamente alejada de la que la afición del conjunto blanco ha idolatrado desde su llegada. Relegado a un segundo plano, el malagueño no está teniendo actuaciones de importancia real, se podría decir incluso que desde el encuentro de la ida de Champions League ante el Manchester City en el Bernabéu, en el que anotó un gol y era clave en el esquema de los cuatro centrocampistas. Desde entonces, la estrella de Isco se ha apagado de golpe y porrazo.

Este Isco no es el que irguió como pieza clave en las cuatro Champions en cinco años. Desconociendo si es una cuestión extradeportiva o de confianza, lo cierto es que el mediapunta no está dando motivos a Zidane para que vuelva a ser su niño mimado. Está fuera de forma, perdido en los tramos de partido en los que sale, y sin influencia alguna en el juego del equipo. Y lo dice un servidor que es y ha sido desde siempre un absoluto admirador de la calidad de este futbolista, que sigue atesorando una magia diferencial que precisamente le hizo adoptar ese mote en el vestuario. Hubo momentos en los que fue un auténtico líder, tanto en el Madrid como en la selección, completamente concentrado en maximizar su rendimiento y ponerse a servicio del equipo. 

Isco debe encontrarse a sí mismo, lo que estamos viendo es una sombra de lo que fue y que sabemos que puede dar. Además, seguramente esté ante su última oportunidad para volver a asentarse en el equipo. Una situación desagradable para una afición que coreó su nombre en el Bernabéu desde el minuto cero y que nos emplaza a creer que puede volver a ser el que era. Mientras tanto, Odegaard espera también su turno.