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La fiebre del Balón de Oro

de Diego Rivero Mosqueda
Vinicius, Real Madrid

El Balón de Oro, así como casi cualquier premio individual es uno de los males endémicos del deporte y de la humanidad. Todo se basa en la necesidad de otorgar un galardón que reconozca a una persona en concreto, y en salvadas ocasiones es plenamente justo. El valor de los números desaparece según el nombre que esté entre los tres primeros, y a partir de ahí se valoran o se dejan de valorar ciertas cosas. Siempre depende del mismo factor, de la objetividad comprada en su totalidad por los mismos año tras año. Pocos son verdaderamente merecidos, y aun así, parece que siguen creando debate, porque ya se sabe que la vida empieza y se acaba con el fútbol.

Personalmente, ardo en deseos de que la etapa del Balón de Oro se acabe de una vez para poder centrarnos en lo que verdaderamente importa: el Real Madrid. También espero que lo gane Vinicius Jr, porque su temporada ha sido la del mejor jugador del mundo sin duda alguna. Jamás vi, desde Cristiano Ronaldo durante su carrera, Gareth Bale en 2016, o Karim Benzema en 2021 y 2022, un atacante sin miedo a perder, e incluso a poder pedir el balón por mucho que quemase, tal y como pasó con el brasileño ante el Bayern. Nunca se escondió, y esa es la mayor valentía en una estrella total, y es nuestra.

Pronto acabará todo, porque es cansino, sobre todo desde ciertos sectores, los de siempre. Aquellos que no pidieron el Balón de Oro para un Rodri que fue excelso el año pasado. Los que no tuvieron ni una palabra de elogio hacia un centrocampista que hizo historia la temporada anterior, y que su campaña fue una de las mejores de un jugador español de siempre. Al menos, pese a todo, la redonda volverá a sonreír cuando Vinicius levante su merecido trofeo.


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