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Salir es fácil, volver es casi imposible

de Diego Rivero Mosqueda
Cristiano Ronaldo, Portugal

Todos hemos visto la imagen de Cristiano Ronaldo firmando con una sonrisa de oreja a oreja la camiseta del Real Madrid en esta Eurocopa. Es un documento muy bonito, y que evoca una nostalgia enorme, pero también encierra algo de tristeza. Su salida fue como fue, abrupta, y no tuvo la mejor de las clases, ni tampoco de las excusas. En mi caso, me sentí decepcionado y desamparado de mi jugador favorito. Será que me esperaba más de él, o que quería que viese a mi club como lo hacía yo. No fue así, y se marchó, dejando un vacío enorme en lo deportivo y, como no podía ser de otra manera, en lo emocional. Sin gestos de cariño, tampoco de amor, nuestro portugués favorito ignoró casi por completo la existencia del equipo por muchos años.

No sé si Cristiano habrá recapacitado sobre sus actos, él siempre fue muy orgulloso, pero nunca superaré su marcha. Me ha afectado más la de Toni Kroos, por ejemplo, sobre todo por cómo se ha desarrollado todo, y lo hará también la de Luka Modric. Atrás quedan las de Ángel Di María Mesut Özil, que eran de mis jugadores favoritos en su momento, y me dolieron lo suyo. Aun así, el portugués será siempre el portugués. Con quien te ibas a la guerra pensando en que ibas a ganar todas y cada una de ellas, el jugador que cambió una dinámica, pero también la historia. Con un relato y la organización en contra, el eterno '7' se puso la camiseta blanca para derrotar a todos los enemigos que se le cruzaron por el camino.

Espero que vuelvas pronto a tu casa, tanto por ti como por nosotros.

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