Sergio Llull: alma, corazón y vida... y nada más
Decía San Agustín que la fe es creer en lo que no ves y la recompensa de esta fe es ver lo que crees. Y la fe del Real Madrid de baloncesto en el Clásico de Supercopa la puso Llull. Con 19 puntos abajo y el partido convertido en un correcalles que beneficiaba a unos culés más calmados a la hora de tomar decisiones, el club blanco parecía no tener ninguna posibilidad. Solo reducir la diferencia y maquillar el marcador, pero parecía una empresa complicada dada la precipitación de los madridistas. Malos ataques, un arbitraje extraño... Todo estaba en contra.
Pero apareció él. El de siempre. El que transmite todo en este equipo. Y con todo no me refiero a situaciones del juego, que también. Me refiero a esos intangibles que construyen el carácter de un campeón: alma, corazón y vida. Llull aterrizó en el Santiago Martín de La Laguna como un halo de luz en medio de la noche más oscura. Llevó la voz cantante y fue el rayo de esperanza, la deidad de un Madrid que tocó fondo en el tercer asalto para resucitar en el último, guiados por un Laso muy motivado en la banda, un Alocén enchufado y un Poirier férreo.
Y cuando obró el milagro, rompió a llorar. Como un niño. Como un madridista de corazón. Como -aprovechando la cita de este domingo- un socio del club de Chamartín volviendo a entrar por las puertas de su Bernabéu, de su casa. Los de Laso tienen que seguir trabajando y cogiendo automatismos, porque han sumado nuevas piezas para dar un salto de calidad. Pero lo que hace un equipo campeón ya está en casa. Es el capitán, lleva el 23 y ayer volvió a tener más fe que nadie. Sergio Llull Meliá.
Las lágrimas de redención de @23Llull
— Supercopa Endesa (@ACBCOM) September 12, 2021
El consuelo de @rudy5fernandez
El abrazo de @pablolaso#SupercopaEndesa pic.twitter.com/X7PvMyKEa2
Enorme capitán 🙏 https://t.co/d7G7i4JVBn
— Thomas Heurtel (@MT28APRIL) September 12, 2021