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Inconformismo

de Real Esparta

El Madrí no puede ser un club completamente feliz. Quizá sea esa la condena por ser el club más grande que haya existido sobre la faz de la tierra y, hasta que se demuestre lo contrario, del universo conocido. En menos de una semana se ha pasado de la euforia orgásmica absoluta de proporción bíblica tras el 0-4 de Múnich -con el coletazo de la victoria en la final de Copa- al fatalismo, cabreo e histerismo ya tradicional tras empatar in extremis contra el Valencia en el Bernabéu y no aprovechar el pinchazo del Atlético en el Ciutat de Valencia.

Se puede especular, pueden ser muchas las razones, tal vez existió exceso de confianza tras aplastar a los tiki-taken boys de Pep, considerados el mejor equipo de la actualidad, con el 5-0 (patatero) global de la eliminatoria de semifinales. Tal vez, la mente de los jugadores se fue al 24 de mayo antes de tiempo y, en una especie de evento extra-corporal, sus mentes estaban en el Estádio da Luz mientras sus cuerpos disputaban un partido de Liga contra el Valencia en el Santiago Bernabéu. Tal vez creyeron que ganarían por inercia a un rival que venía de caer eliminado con un gol en el minuto 94 y con un par días menos de descanso. Pero el Madrí falló, aunque se siga dependiendo de un fallo del Atlético, y no es la primera vez que pasa en el Campeonato Nacional de Liga.

Algunos culparán a Marcelo, otros culparán a Diego López, otros más culparán a Illarramendi. Cada quién, según sus filias, sus fobias, y sus intereses bastardos -Fernando Burgos dixit- encontrará al culpable de turno, a quién señalar con el dedo, de quién decir el legendario “no tiene nivel para el Real Madrid” y crucificar al responsable no habiendo pasado una semana de haberle metido cuatro al Bayern de Guardiola en el Allianz. El madridismo es así.

Viendo el vaso medio lleno, lo bueno de este empate es, entre otras cosas, dejar vivo al FC Barcelona, obligándoles a competir hasta el último segundo -si tienen un poco de dignidad deportiva- del partido final de Liga en el que reciben al Atlético de Madrid en el Camp Nou. Los de Simeone recibirán antes a Bernd Schuster y su Málaga en el que, irónicamente, el alemán puede ser juez casi definitorio de una Liga que involucra a los tres equipos en los que militó en España.

El 'Cholo' ha dicho tras la derrota de su equipo que en vez de ser algo malo, es algo bueno, porque la Liga se vuelve más divertida; y así se debe ver el empate del Real Madrid. Lo mejor que se puede sacar de ello (aparte del espuelazo fantástico de Cristiano Ronaldo en el descuento) es que ayuda a bajar cualquier humo subido tras la sodomización salvaje del Bayern Múnich. Además de bajar a tierra, también ayuda a hacer entender a los jugadores blancos que la tensión competitiva no es algo que se pueda apagar y prender con un interruptor, que es algo que se debe mantener todo el tiempo, juegues contra el Bayern o contra el Amorebieta; algo importante si se quiere mantener la concentración de cara a la final de Lisboa y, de paso, luchar por una Liga donde, por errores propios, el Madrí no depende de sí mismo para ganarla.

Valladolid, Celta y Espanyol son las tres finales en Liga que quedan para tratar de arrebatar la Liga a un Atlético que ha hecho todo el merecimiento posible para llevársela, con un trabajo impecable y admirable de Simeone. Pero merecer no es ganar y el fútbol suele tener estas cosas y dar estas sorpresas. Es la Liga más enredada de los últimos tiempos que, seguro, no se decidirá hasta el pitazo final de la última jornada. A la semana, Lisboa tendrá la edición más especial del derbi madrileño, en una parada final antes de lograr la tan ansiada Décima. La incertidumbre mata, la locura se viene, llega el momento dramático, el momento cumbre, el momento que resume y justifica el trabajo realizado desde julio de 2013. Habrá que buscar el sillón más cómodo y disfrutar de la bendita locura que se viene. Quizá luego de ganar la Décima el madridismo sea finalmente feliz en absoluto.


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