La Central Lechera
Imagínense por un segundo al Real Madrid con Florentino Pérez, Cristiano Ronaldo y el agente de Bale imputados. La guerra sería despiadada y encarnizada. El medio antiflorentinista por excelencia se relamería con portadas y especiales, por primera vez con razón. La prensa de Barcelona atacaría sin compasión y el club blanco centraría la atención de todos los debates futbolísticos y políticos.
Pues bien, la realidad es que eso pasa en el Fútbol Club Barcelona. Solo que el club azulgrana cuenta con la complicidad de una prensa, demasiado, dócil y servil. Y al revés de lo que sucede en Cataluña, los medios madrileños, que no madridistas, no solo se dedican a escurrir el bulto sobre los escándalos culés sino que día tras día se dedican a centrar el foco sobre una ¿crisis? en un Real Madrid todavía invicto.
Los periodistas a veces somos dañinos e injustos con el Real Madrid. Todos. Entono el mea culpa también. La magnitud de la entidad blanca hace que hasta el más mínimo detalle se magnifique y cobre una magnitud excepcional y fuera de toda lógica. La realidad es que el Real Madrid vende, y mucho, más que el Barcelona. Quizá sea la pena por ser el mejor club del mundo, pero es comprensible que los madridistas se hastíen de los dramas montados por un empate contra el Atlético en la jornada 7 de la Liga BBVA.
Dejando de un lado los errores de Benítez en el derbi, las críticas al técnico blanco han sido en su mayoría desproporcionadas y llenas de argumentos vagos que nada tienen que ver con el fútbol o el trabajo del entrenador. Paciencia. Benítez está a tiempo de reconducir la situación y realizar una gran temporada. Y es que el madridismo es un sentimiento que te lleva de la desdicha a la euforia en un segundo. Creer, al fin y al cabo.
Pasados estos días de tormenta, llegará la calma. Ahora que la ¿crisis? tome el puente aéreo y que se instale en Barcelona. No lo hará, pero sería lo deseado. Y es que la mayoría de los grandes medios de este país viven de atacar al Real Madrid, ya sean culés o antiflorentinistas. Se cuentan con una mano las excepciones. Mientras, los que quedamos, intentaremos no caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.