La era de Cristiano Ronaldo
La noche del domingo se presentaba frenética, llena de emociones y con la ilusión de los madridistas por ver a Cristiano Ronaldo levantar un trofeo con Portugal. La Eurocopa era la guinda para una leyenda que quería convertirse en rey de su país tras haber asaltado España a base de goles con la camiseta blanca. La final ante Francia era la oportunidad para el luso de expandir su dominio, de ir haciendo hueco en la vitrina para su cuarto Balón de Oro.
Pero no iba a ser fácil. La dura entrada de Payet encogió el corazón a los portugueses y, por supuesto, a los madridistas. Cristiano lloró. Fueron las lágrimas de un campeón. De un jugador único que nunca se rinde. De la frustración por no poder ayudar a sus compañeros en tal gesta. Del sueño roto por una acción que incluso pudo acabar con la carrera futbolística del mejor del mundo. Pero entonces, cuando más le necesitaba Portugal, Cristiano se vistió de Cid y se convirtió en el Rodrigo Díaz de Vivar luso.
Desde el banquillo, con la rodilla vendada y cojeando ostensiblemente, Cristiano Ronaldo lideró a su equipo. Mandó, motivó y mostró el carácter que Payet le había privado poner sobre el campo. Éder se convirtió en héroe, pero el trono era del madridista. Capaz de convencer a un jugador normal y muy criticado en su país de que iba ser el autor del gol que daría a Portugal su primera Eurocopa. Una lección de liderazgo. Ese que Maradona y Pelé acusaron a Messi de no tener y que se volvió a demostrar tras la fatídica tanda de penaltis en la final de la Copa América ante Chile.
Cristiano completa un palmarés envidiable en el que ya tiene tres Champions League, una Eurocopa, una Liga, tres Premier League, dos Mundiales de Clubes, una Supercopa de Europa, dos Copas del Rey, una FA Cup, una Football League Cup, una Supercopa de España, dos Community Shield y cuatro Balones de Oro. Sí, cuatro. Porque el de 2016 ya tiene dueño. A su lado estará Bale, sucesor de la leyenda portuguesa en el Real Madrid. Pasarán los años, pasarán cientos de jugadores pero siempre se recordará la era de Cristiano Ronaldo. Un futbolista hecho a sí mismo. Un luchador nato. Un voraz profesional. Simplemente, el mejor del mundo.