La fe
Es un sentimiento que, según dicen, mueve montañas. No es racional y surge de algún sitio profundo, inefable. Funciona como un motor. Es combustible para la acción, va del misterio irracional al hecho constatado. Puede, por ejemplo, hacer de un club con una dimensión mediana una máquina de perseverancia y competitividad como el Atlético del Cholo, que habría sido uno de los campeones más dignos que se recuerdan, de eso no hay duda. Pero para ganárselo tendrá que doblegar un recurso histórico, brutal en su solidez: el carácter y la convicción del club más importante de la historia.
La fe del Madrid, o sea. "Sí, se puede", gritaban las gargantas entregadas en la noche de Lisboa. Ellos veían algo que no se adivinaba frente al plasma, al menos el de quien esto firma. Seguramente fuera ese hilo invisible que te obliga a no dejar de creer jamás y que se convierte, un suponer, en cuello que gira para enmendar la tragedia. Ramos, la cabecita de Ramos, tantas veces bajo sospecha y protagonista de una Champions que se gestó en Munich y quedó rubricada cuando faltaba la última palada de tierra sobre el cadáver blanco.
La fe, digo. Y el orgullo. La camiseta blanca nunca se rinde, está prohibido. Aquí jamás se claudica, de ahí la sala de trofeos, preñada de copas continentales que son el faro del universo futbolístico. La perseverancia, por ejemplo, te cambia la vida y te deja a Iker levantando con las manos del fallo olvidado la obsesión zanjada de la Décima.
Qué bien suena, "la Décima". Pero existe algo que vale aún más que un palmarés cegador, que la incontestable objetividad de unos números que son leyenda. Y es ese afán del guerrero que no se entrega ni con una herida mortal porque nunca se cree muerto, una lección de vida como Di María galopando por la banda con las fibras reventadas para que Bale acabara empujando con la frente. Las ganas de ganar, dejando un 4-1 ruidoso para las lecciones de historia, que acogen en las fichas los nombres de Marcelo y de Cristiano, los otros goleadores. Libros, los historiográficos, que deberían incluir un capítulo que lo explica todo en su grito bélico:
"Hasta el final… Vamos Real!" o "la fe de un mito".