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La pesadilla de Casillas

de Alexia Rivas

Hace ya bastante tiempo que un sector importante del madridismo reclama, entre otras cosas, que el flamante capitán del Real Madrid hable alto y claro sobre su situación en el equipo blanco, sobre lo que hay de cierto y de difamación en las supuestas filtraciones de su pareja, sobre la relación con personas que ya no están en el club de Chamartín, véase Mourinho, y con los que todavía siguen, y ahí todos los focos se centran en la figura de Arbeloa. Llegó el día, el día en el que el portador del brazalete del equipo más influyente del mundo se sentó frente a frente, a cara descubierta, con quien pretendía extraer los sentimientos y pensamientos del capitán, y este tenía la obligación de ser sincero con su casa y sus aficionados.

A pesar de haber intentado siempre aparentar calma y la única fijación de realizar su trabajo lo mejor posible, los ojos de Casillas y poco después las palabras que salieron de su boca evidenciaron que también lo pasa mal. No es fácil sentirse cuestionado en tu propio hogar. Recibir palitos y palazos de miembros de tu familia. Iker Casillas no solo se ha convertido en el mejor portero del mundo en el Madrid, ha crecido como persona, como hombre y ha regalado su vida al equipo de su corazón. Como todos los mortales también comete errores, y al contrario de lo que la sociedad acostumbra pocas veces se ha excusado y sí muchas disculpado. Es fácil imaginar lo difícil y doloroso que se torna el día a día cuando critican todos tus actos profesionales y personales.

Cada vez que el portero protagoniza una acción con el cuero o sin él de por medio apenas hacen falta unos minutos para que aquellos que parecen tener auténtica ojeriza por el meta se ensañen con comentarios incoherentes. Tras la entrevista concedida a Iñaki Gabilondo las aguas no parecen calmarse en torno a Casillas. Queda una larga temporada por delante para comprobar si consigue resarcirse de las críticas o si le van a seguir creciendo los enanos en cada aparición.


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