La renovación de Del Bosque
Estos últimos partidos de la Selección española ante Eslovaquia y Luxemburgo han servido para confirmar la necesidad de un cambio que ya quedó evidenciada en el pasado Mundial de Brasil. La base de jugadores que tantos éxitos ha dado al equipo nacional afronta el tramo final de sus carreras y la figura del entrenador adquiere un gran peso en esta fase de transición que ya han vivido otras selecciones en el pasado reciente.
Sin embargo, no está claro que sea Del Bosque el técnico adecuado para liderar esta renovación, dolorosa en algunas decisiones. Los únicos cambios producidos han sido los obligados de los Alonso, Xavi, Villa y compañía, que dieron por concluida de manera voluntaria su etapa como internacionales. El técnico salmantino tiene en su haber un gran número de éxitos con Real Madrid y con España, sin embargo, estos llegaron con un equipo ya construido al que solo hacía falta darle continuidad y los mínimos retoques para recoger los frutos.
Ahora Del Bosque se enfrenta a algo totalmente distinto. Su manejo de la situación de Iker Casillas es una clara muestra de debilidad en un momento donde se necesita firmeza para apostar por savia nueva. Por muchos éxitos y alegrías que el de Móstoles haya dado a todos los españoles, su nivel se encuentra a años luz de el de hace algunas temporadas. Su insistencia en mantenerle en la portería solo está agravando aún más la “dulce transición” de la que habló el técnico salmantino, que traducido significa “ir apartándole poco a poco y sin hacer ruido”.
Esta “dulce transición” que mencionó Del Bosque públicamente es la peor humillación que un deportista de la categoría de Iker Casillas puede sufrir. Del Bosque reconoce abiertamente que va a ir desapareciendo de sus planes, aunque no lo hace ya por evitar situaciones incómodas para ambas partes. Ahora, regresa la competición de clubes con dos compromisos de altura para Casillas (Anfield y el Clásico) antes de que, dentro de un mes, un nuevo parón de selecciones nos devuelva esta polémica.