La suerte ayuda y mucho
Como todo en la vida, en el fútbol no todo es sacrificio y perseverancia. No siempre vale con ser mejor o trabajar como el que más. La suerte ayuda y mucho. Y el mejor ejemplo de ello es el cancerbero del conjunto castillista. Rubén Yáñez ha visto una luz al final del túnel en la lesión de su compañero Herrero.
El catalán parecía condenado al ostracismo al comienzo de temporada. Sin embargo, el partido frente al Barakaldo no solo fue un punto de inflexión en el futuro del Castilla, también en el del guardameta. Desde entonces, el de Tossa ha disputado todos los partidos y ha convencido a Zidane de que está más que capacitado para soportar el peso de la responsabilidad. El catalán se ha amarrado con fuerza a la titularidad y pocos parecen poder quitarle el puesto.
En igual situación está un Álvaro Jiménez que ha debutado esta temporada con el primer filial madridista. El cordobés pide a gritos minutos con cada actuación. De hecho, ha marcado dos goles en las últimas dos jornadas, que han servido a su equipo para puntuar. Las lesiones de De Tomás y Mariano, y un Markkanen algo pasado de peso, dieron una oportunidad al joven delantero que, desde luego, supo aprovechar.
Y precisamente a estos no les hablen de suerte. Las lesiones han impedido disputar minutos a dos de los jugadores que más prometían en el nuevo Castilla. Aquellos en los que estaban puestas todas las esperanzas y hacían soñar con el ansiado ascenso. Esperanzas que se han ido desvaneciendo con cada ausencia. La falta de acierto condenó al conjunto blanco a la zona más baja de la tabla durante el inicio de campaña y en ocasiones se echaron de menos sus goles.
Sin embargo, el Castilla vive ahora tiempos mejores. El gol en el filial merengue ya no es asunto de los delanteros y los blancos vuelven a sonreír. De hecho, los cinco tantos de Medrán, o el triplete de Aguza, bien les ha valido su debut en Primera. Un premio a su buen hacer con una cierta dosis de suerte.