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Las siestas son para el verano

de David Oller

Seguramente hoy estoy más aliviado que contento. Esto feliz por la remontada, claro, pero el sentimiento que me recorre el cuerpo es el de que el Madrid ayer hizo lo que tenía que hacer, los deberes, porque no creo que fuera una noche épica (salvo para Cristiano) ni la remontada fuera un milagro (por la entidad del rival, con todo el respeto que me merece el Wolfsburgo).

Todo lo que rodea al Madrid se magnifica y, quizás por eso, lo de ayer lo vemos como una noche mágica, como la bautizó Cristiano Ronaldo el pasado domingo en un alarde de futurólogo. No quiero ni pensar qué hubiera pasado si el Wolfsburgo hubiese eliminado al Real Madrid en los cuartos de final de una Champions. Quizá hubiese sido algo que perduraría en la historia blanca.

Por eso digo que los de Zidane hicieron lo que tenían que hacer, que era sobreponerse al horripilante partido exhibido en Alemania hace una semana e imponerse con rotundidad en el marcador a un rival claramente inferior. La palabra épica o milagro requiere de un contrincante más poderoso aunque quince años sin ver al Madrid remontar en Copa de Europa aumentaban el mono.

Y remontaron pero dejando muchas lagunas en el juego. Dos arreones en un minuto y medio, la efectividad de un indomable Cristiano Ronaldo y un Bernábeu colosal bastaron para conseguir lo más complicado en el primer cuarto de hora. Pero, ¿y luego qué? Luego el Madrid mamoneó, que diría Pepe Domingo Castaño a pregunta de Manolo Lama.

Cedió el balón, el terreno y, por ende, la iniciativa a un Wolfsburgo medio noqueado que, de buenas a primeras, se vio llegando a la frontal de Keylor como el que baja a tirar la basura. Suerte que se le nublaron las ideas en los metros finales –otra muestra más de que el 2-0 de la ida fue un compendio de infortunios y hechos esporádicos-. 

En el descanso Zidane reactivó a los suyos, les insufló la adrenalina perdida tras los dos goles y el Madrid salió a remontar la eliminatoria en la segunda parte. A remontarla de verdad. No dejaron a los alemanes atravesar la medular, recuperaban el balón casi antes de perderlo… era un asedio pero sin ocasiones de gol claras, más allá del cabezazo de Ramos al poste. Hasta que llegó el tercer latigazo de Ronaldo que rompió el esquema de Luis Gustavo, Schurrle y compañía. 

Por sexto año consecutivo, el decacampeón de Europa se mete en semifinales pero ya no habrá Wolfsburgos en el bombo del sorteo. Ahora no se puede desaparecer de los partidos veinte minutos o media hora como suele ser la praxis habitual de este Madrid. Mucho subidón ayer pero el Wolfsburgo se quedó a un gol de eliminar a los blancos. Se trata de jugar 180 minutos como los primeros veinte del martes. No es fácil pero es que ganar una Copa de Europa no lo es. Por esto, me quedan muchas dudas. Dudas que espero que se disipen porque, en una semana, el Madrid ha recuperado la opción de ganar la Champions… e incluso la Liga.


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