¡Qué malo es ser campeón de Europa!
Poco más de una semana ha pasado desde el triunfo del Madrid en San Siro. Esa Undécima lograda en los penaltis parece tener menos valor que cualquiera de sus otras diez hermanas. Quizá porque la haya vuelto a ganar el Madrid, O quizá porque es el Atlético el que se ha quedado a las puertas, otra vez. Parece que el reinado del club blanco en Europa escuece cada vez más, sino no se entiende las reacciones tras lograr el título en Milán.
Días antes de la final, parece que era completamente unánime el pensamiento de que el fútbol le debía una Champions al Atlético por lo ocurrido primero ante el Bayern y después frente al Madrid en Lisboa. Esta vez saldrían vencedores porque habían eliminado a PSV, Barcelona y Bayern en el camino, mientras que los de Zidane tuvieron que enfrentarse a Roma, Wolfsburgo y Manchester City. La diferencia de rivales hacía claramente favorito al Atlético y casi nadie apostada por un Madrid entrenado por un parche "que no había sido capaz ni de ganar a La Roda".
Y entonces llegó la final y pasó lo mismo de siempre. El Atlético no hizo acto de presencia hasta la segunda parte de un partido que podría haber quedado decidido si el Madrid hubiese estado atinado frente a Oblak. El penalti fallado por Griezmann y el gol de Carrasco fueron el único bagaje ofensivo de un equipo que aspiraba a ganar una final con la ley del mínimo esfuerzo. Por empuje, que no por ocasiones, el Atlético mereció el empate, pero poco más. Después volvió al complejo de equipo pequeño y dejó vivir al Madrid cuando pudo asestarle el golpe final. Literalmente, Simeone se cagó y prefirió dejarlo todo a la suerte de los penaltis, porque en la prórroga no hizo tampoco acto de presencia ante Keylor. Al final, los 11 metros son una lotería, pero para jugársela, hay que comprarla, y el Atlético y Simeone se dejaron los cuartos adquiriendo boletos ¿El problema? Que el rival era el Madrid.
Aún así, la jugada le salió bien a Simeone. El argentino ha salido reforzado pese a su planteamiento, muy parecido al de Lisboa. Allí se encontró con un gol tras fallo de Casillas del que trató de vivir todo el partido. Al final, la insistencia del Madrid se tradujo en el gol de Ramos y el triunfo madridista. Ahora, igual que por aquel entonces, la explicación más sencilla es que a los rojiblancos les faltó suerte. En realidad, la explicación más efectiva es que cuando el Atlético deje de jugarse la Champions a cara o cruz quizá pueda presumir de lograr su primera corona de Europa. Hasta entonces, dejen paso al Rey.