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Que me parta un Rayo

de Jorge Calabrés

El Real Madrid es una montaña rusa permantente. Rock and roll del bueno. Tan pronto te asume en una profunda tristeza como te levanta de la silla con la vitalidad suficiente para comerte el mundo a bocados. Un equipo de contrastes. De la depresión al éxtasis en un abrir y cerrar de ojos. Quizá sea una sensación imposible de explicar para todo aquel lejano al madridismo pero que se corresponde a una forma de vivir, a un estilo irrenunciable que se va haciendo dueño de ti con el paso del tiempo. El Madrid quita años de vida, pero no se puede, ni se quiere, vivir sin él. 

En Vallecas el madridismo murió para después resucitar. El cielo gris, la intensa lluvia y los goles del Rayo protagonizaron la primera parte para dejar paso después al sol, a las cabalgadas de Bale, a la casta de Lucas Vázquez y, por fin, a la remontada blanca. Incluso todo se torció más con la lesión de Benzema. Un palo difícil de asimilar y que hacía prever una tarde de lágrimas y tristeza. Sin embargo, madridismo es creer. No darse nunca por vencido y luchar hasta el final. Y eso hicieron hoy los hombres de Zidane. Como diría Mourinho: Ganar es bonito, pero lo bonito, bonito, bonito es ganar con el Real Madrid.  

El triunfo ante el Rayo no solo consolida al Real Madrid en la lucha por la Liga, sino que vuelve a dar un impulso en el ánimo de un equipo que aún es muy frágil mentalmente. No salió mal el conjunto de Zidane en Vallecas, pero a la primera que viene mal dada se hunde. Esta vez consiguió salvar el naugrafio, a diferencia de lo ocurrido contra el Wolfsburgo en el Volkswagen Arena. No había vuelta en el Bernabéu y no estaba Cristiano para solucionar el entuerto, pero sí Bale y la entrega suficiente como para agarrase a la Liga como a ese bote salvavidas en medio del océano.

El Real Madrid dio una lección de madridismo. Aquel que hizo ganar la Liga de Capello o ese que logró los imposibles en las grandes noches europeas. Tres puntos muy importantes y que harán llegar al conjunto blanco con buena cara a la guerra del Etihad Stadium. Si no eres madridista, no intentes comprender lo sucedido en Vallecas. Solo en el verdadero madridismo se encuentra la respuesta al enigma. 


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