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Sergios y Sergios

de David Oller

Que Sergio Llull se quede en el Madrid otro año más, como mínimo, y rechace ir a la NBA para ser el rookie mejor pagado de la historia de la Liga Americana es notición en lo deportivo. No cabe duda. El mejor fichaje que la sección comandada por Pablo Laso, Alberto Herreros y Juan Carlos Sánchez podía hacer este verano. Un jugador con garra, con carácter, que contagia al resto del equipo, que ha aprendido a tomar las decisiones correctas y que, además, es decisivo sobre la bocina.

Pero, aparte de lo deportivo, es un gesto de amor al club y a los colores. Una demostración de que el dinero no es todo aunque el sueño de cualquier jugador de baloncesto sea formar parte de ese show que es la NBA. Anteponer a tu equipo, a tu familia, a tu comodidad a cumplir un sueño y al dinero, dice mucho de una persona. Aun así, estoy convencido de que algún día, el de Mahón probará suerte en Houston. 

Pero lo que debe hacer pensar al aficionado madridista es la diferencia de gestos y comportamiento entre Sergio Llull y otro Sergio, el de la sección de fútbol: Ramos. Vaya por delante que yo quiero que Ramos siga en el Madrid, que se arreglen las desavenencias que tengan el presidente y el jugador y que lleguen a un acuerdo para ampliar el contrato del camero. Y creo que la situación se arreglará. Opinión. 

Lo llamativo es el contraste. Uno pide más dinero para seguir en el club y el otro rechaza más dinero e ir a la NBA por quedarse en el club. Repito, no seré yo quién ponga en duda el compromiso de Sergio Ramos con el Real Madrid durante los casi diez años que lleva en el club pero creo que ha gestionado mal su -seguramente merecida- subida de sueldo. 

Y más aún viendo ejemplos como el de Llull. Una muestra más de que la sección de baloncesto disfruta de buena salud tanto dentro como fuera de la pista. El ‘increíble Llull’ ha dado una lección de madridismo; Ramos está a tiempo de recular en su idea de irse del club y continuar siendo un emblema de la entidad deportiva más importante del mundo. No es moco de pavo. Pero, de momento, hay Sergios y Sergios a estas alturas del verano.


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