Sin Liga, sin Copa, pero con Champions
Adiós a la Liga. El Real Madrid se despidió de la competición doméstica tras el empate ante el Málaga. No solo el conjunto blanco perdió aquí el título, lo hizo en El Madrigal o en el Benito Villamarín antes. Es más, comenzó la temporada con un 0-0 en El Molinón o, precisamente, pinchando ante el propio equipo Javi Gracia en el Bernabéu. Demasiadas oportunidades perdidas y fallos de concentración que hacen que en el mes de febrero el equipo de Zidane ya solo opte a la Champions League.
Sin embargo, no es culpa de Zidane este fracaso. El técnico galo aún no conoce la derrota pero arrastra una mala preparación física de la plantilla y los penosos resultados cosechados por Benítez durante su etapa. El efecto Zidane sigue presente y la máxima competición continental será la encargada de medir realmente la mano y el trabajo del francés. De momento, la victoria en el Olímpico de Roma invita al optismo aunque la situación en Liga puede perturbar el buen ambiente que ha reinado en el club blanco desde que comenzara el año. El derbi se ha convertido ahora en un juicio público de máxima importancia para el Real Madrid. La victoria es una obligación para no enturbiar esa comunión que existía entre la Santísima Trinidad: afición, entrenador y jugadores.
Es un día para la decepción e incluso para el enfado, pero el madridismo debe creer en la Undécima como vía de escape para una temporada aciaga. La Orejona sería el éxito necesario para volver a ilusionar a una afición que no levanta cabeza tras un año nefasto y salpicado constantemente con escándalos como el no fichaje de De Gea, el Caso Cheryshev o la sanción de la FIFA. En las situaciones críticas es cuando el Real Madrid se crece y agranda su leyenda. Solo hay dos opciones: caer en depresión o levantarse y creer que 2016 será el año de la Undécima. Cada cual que elija la que más le convenga, aunque al final todo dependerá de cómo reaccionen los jugadores a este duro varapalo.