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Un Castilla tocado y hundido

de Andrea Sánchez

El Real Madrid Castilla empieza a preocupar seriamente. Los de Zidane sumaron, frente al Amorebieta, su quinta derrota en los seis primeros partidos de la temporada. Y lo peor es que la situación no tiene visos de mejorar. Otra vez son los dueños del balón, otra vez superan al rival con su juego de toque y otra vez se dejan los tres puntos por el camino.

Los blancos lo intentan, eso nadie puede dudarlo. Salen a por el partido desde el minuto uno y ni mucho menos bajan los brazos cuando encajan un gol. De hecho, ante al Amorebieta, los mejores minutos de los castillistas se vieron tras los dos primeros goles.

Noblejas y Burgui volvieron locos a los defensas rivales con sus constantes internadas por la banda. Benavente y Medrán, por su parte, filtraban continuamente balones al área, pero los delanteros volvían a fallar en el remate final. Incluso lo intentaron desde fuera del área, pero tampoco desde lejos estuvieron acertados los blancos.

El Castilla volvió a echar de menos a un Aguza que continúa sin estrenarse. Ayer, convocado por Ancelotti para el partido contra el Villarreal, tampoco pudo estar con sus compañeros. Los blancos necesitan de esa magia que atesora en sus botas y que es capaz de resolver partidos.

Son muchos los que se deshacen en críticas hacia Herrero, pero la inseguridad de la que algunos hablan no es, ni mucho menos, lo que se ve en el campo. El toledano se muestra seguro bajo palos y por alto, pero poco pudo hacer en los tres goles que encajaron los merengues frente a los vascos.

Zidane, por su parte, volvió a estar en la banda y volvió a decepcionar. El galo se limita a dar unas pocas instrucciones desde el área técnica, pero sigue sin imprimir el espíritu ganador en sus jugadores. La sensación en la grada es que los castillistas están faltos de ideas. A veces incluso parece que no supieran cuál es su sitio dentro del campo o con quién deben jugar el balón.

Sin embargo, todo hay que decirlo, el técnico francés estuvo acertado con los cambios. Tras el descanso, Zizou movió el banquillo y los blancos empezaron a carburar. El centro del campo se quedó sin un Melero algo perdido durante el primer tiempo, para dar entrada a Markkanen. Un cambio ofensivo de Zidane, que quiso ir a por el partido cuando la ventaja de los visitantes era de un solo gol.

Y precisamente esto es lo que se le exige al mítico ‘5’ del Madrid, que apueste, e incluso arriesgue, si el encuentro lo precisa. Al fin y al cabo, los tres puntos ya eran para los visitantes, y lo mismo daba perder por uno, dos o tres goles. Había que agotar todas las opciones e intentar al menos rascar un punto. Un resultado insuficiente para el filial madridista y, más aún, si tenemos en cuenta que jugaban en casa, pero que al menos hubiera rescatado algo de la dignidad de los blancos.

Señores, estamos hablando del filial del mejor equipo de la historia. Sin ánimo de desprestigiar a los rivales, su deber es ganar. Y no solo ganar, apabullar a sus rivales a base de goles y buen juego.


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