Un equipo de leyenda
La Copa de las sorpresas, de los finalistas inesperados. Un torneo en el que no importa lo que se haya hecho hasta ese momento. Las trayectorias, ya sean negativas o positivas, se aparcan. No obstante, los técnicos de la ACB hicieron sus quinielas para esta edición. Todos coincidían. Valencia o Laboral Kutxa serían los equipos del cambio. Los elegidos para romper el bipartidismo. Los preferiti de los entrenadores de la liga. Pero la competición - el destino - no les dio la razón. Herbalife se cargó a los taronjas en cuartos y el Madrid hizo lo propio con el Baskonia en semifinales, después de dejarse el alma sobre el parqué.
En la finalísima, se medirían las dos 'sorpresas' del campeonato. Los pío pío y los merengues. Aspirante y campeón, como si de un combate de boxeo se tratara. Laso contra el maestro de maestros, Aíto García Reneses. Es cierto que la calidad individual de ambas plantillas es desigual pero ¡ay, amigo!, esto es la Copa. El Madrid tiró de experiencia y de corazón para llevarse su tercer título copero consecutivo. Una hazaña que, por cierto, nadie había logrado desde que se juega en este formato.
Algunos mandaron, antes del diagnóstico final, al enfermo a la UCI. Un error que no se debe cometer. Al campeón no se le puede subestimar. Y así fue. A base de orgullo, los blancos, liderados por un Ayón que pasa por un estado de forma escandaloso, se alzaron con su vigésimosexta Copa del Rey. Sin embargo, en mi opinión, si hay alguien clave en la victoria del cuadro merengue es KC Rivers. Su participación - hasta la segunda parte de la final - había sido mediocre. No obstante, el bueno de KC se puso el mono de trabajo y ayudó a los suyos con una defensa sensacional. El americano mató las líneas de pase de los de Aíto y recuperó dos balones que se antojaron clave al final del partido.
No cabe duda que, tras una hazaña como esta, el mérito es de todo el colectivo. Desde el entrenador hasta el utillero. Pero hay que destacar la labor de otro jugador que suele pasar desapercibida: la de Jonas Maciulis. El lituano volvió al nivel que se esperaba de él. La lesión cayó en el olvido y el de Kaunas se sacudió la presión. Finísimo desde el triple y haciendo un trabajo mayúsculo en defensa. El alero volvió a su mejor nivel y fue una de las claves del equipo en este torneo.
El 'Laso Team' volvió a cerrar bocas. No son el equipo arrollador de años anteriores, pero son un grupo de jugadores muy experimentados y que mantienen las ganas de coleccionar más y más títulos. Este equipo se ha sobrepuesto a todos los malos momentos. Sin la participación de su jugador franquicia - Rudy Fernández - han vuelto a demostrar que son un equipo con mayúsculas. El Rey de Copas ha resucitado.
P.D.: Dedicado a todos los que nunca han creído en Pablo Laso.