Cada vez más convencido de que Dios es del Real Madrid

¿Cómo explicar que el Real Madrid dilapidase la ventaja de la ida a los 29 segundos del partido de vuelta? ¿Cómo explicar que los madridistas estuviesen toda la primera mitad y parte de la segunda deambulando por el terreno de juego como si no fuera con ellos la cosa? ¿Cómo explicar que los de Ancelotti se terminasen jugando el pase a cuartos de final de la Champions League con Fran García y Lucas Vázquez de laterales? ¿Cómo explicar que Vinicius ejecutase uno de los peores lanzamientos de penalti de la historia? ¿Cómo explicar que los dos fallos rojiblancos en la tanda fuesen de dos futbolistas que vistieron la camiseta merengue?

¿Cómo explicar que, con todo ello, el Real Madrid se convirtiese una vez más en el verdugo del Atlético en la máxima competición continental? La respuesta quizá les parezca surrealista, pero, al mismo tiempo, es la más realista posible. Dios es madridista. Y no hay más. La lógica no existe cuando se trata de analizar noches como las de ayer. Y que pase una vez es casualidad. Que pase dos veces, puede que también. Pero cuando suceden estas cosas inexplicables una y otra vez, y siempre en favor de los mismos, ya no se puede hablar de casualidades.